Zardoz (1974)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

    «[…] ZARDOZ aparece como la última cinta de ciencia ficción británica valiente, sugestiva, irreductible a normas y clasificaciones. La críptica disquisición filosófica de Boorman sobre la libertad y la muerte, interrelacionada con el papel siniestro de la tecnología, actúa casi como metáfora de la situación a la que, a partir de esos años, se verá abocado el género dentro del cine inglés: los habitantes del Vórtex, raza de pensadores y científicos que han alcanzado la inmortalidad artificial, son ese Hollywood que se solaza en la miseria y el caos que preside la vida de los individuos que habitan las Tierras Exteriores, el cine británico sin personalidad ni estructura industrial. ZARDOZ no es únicamente un film ‘de’ ciencia ficción sino ‘sobre’ la ciencia ficción. Por un lado, hay una disertación moderadamente idealista alrededor de las libertades reales del hombre enfrentadas a la tecnocracia, la cual no ha conducido a la humanidad más que al desastre. Y por otro, una respuesta práctica y teórica a la agónica situación del cine de ciencia ficción británico, engullido por la maquinaria fílmica norteamericana».

Antonio José Navarro

   «[…] ZARDOZ se erige como uno de esos films semidesconocidos […] que vale la pena rescatar ni que sea por lo valiente de algunos de sus planteamientos, por lo bizarro de la vestimenta de Sean Connery o porque encierra un inteligente y original posicionamiento crítico. […] film de denuncia que no se esconde de advertir sobre los peligros que encierran ciertas muestras de humanismo mal entendido».

Alex P. Lascort

Reflejo de su tiempo

La aparición de un film como ZARDOZ en 1974 no responde a la casualidad. Estamos en un marco de grandes convulsiones sociales, de crisis en el sector petrolífero, de rediseño de las relaciones sociales y de los valores morales. Una época que afronta la idea de escoger entre hacer cambios o asistir a la desaparición dramática de un modelo que parecía intocable y con ello la destrucción de la civilización tal y como la conocemos.

Igual que ahora, las situaciones de crisis no son ajenas al cine y este responde como un espejo donde se reflejan las preocupaciones del momento. Por ello no es de extrañar la aparición de films cuya temática plantea situaciones, distopías, postcrisis dotadas siempre de un cierto negativismo, como si ejercieran de señal de alarma y advertencia ante lo que se avecina. En este sentido se puede hablar más de cine como motor de cambio que como simple muestrario documental de los miedos y realidades existentes.

 ZARDOZ es pues una película que se podría considerar un reflejo de su tiempo, no solo en cuanto a su temática, sino incluso en su estética lisérgica y alucinatoria. No es en absoluto casual que el Vórtex donde sucede toda la acción se asemeje claramente al concepto de comuna ‘hippie’ tan en boga pocos años atrás. Drogas, amor libre, comuna no materialista, todos conceptos vinculados a un estado superior de la civilización humana que intenta desvincularse de un mundo que se hunde, de las hordas de bárbaros que aún viven sujetos a conceptos como el terror y la violencia.

Todo en ZARDOZ bascula entre la lucha entre opuestos (intelectualismo vs. barbarie) para a continuación hablar de los propios elementos oscuros que existen dentro de la aparente bondad de uno de los mundos. No es oro todo lo que reluce en la aparente utopía racional del Vórtex ya que, detrás de la apariencia de perfección y felicidad, se ocultan también las víctimas de un salvajismo, si no violento físicamente, sí igualmente degradante respecto al ser humano. La felicidad parece que debe ser supeditada en todo momento a una esclavitud de la no elección, de la obediencia por un mayor bien común, y es así como el sueño de la razón produce monstruos y cadáveres a esconder dentro de los ghettos pertinentes. John Boorman no se limita a pintar un negro futuro sino que habla de la propia incapacidad del ser humano de crear algo positivo; siempre tiene que haber una deidad (falsa) a quien obedecer, unas leyes a las que someterse y una naturaleza que a pesar de los intentos es imposible de domeñar y que acaba por provocar que el raciocinio se pierda en los abismos de los instintos animales más salvajes.

Estamos ante una cinta en la que cuesta entrar. Fundamentalmente por su concepción filosófica del tema a tratar. Hay demasiadas disquisiciones, debates y digresiones intelectuales que alejan de la comprensión inmediata de lo que está acaeciendo en pantalla. Unas líneas de diálogo que, aunque funcionan casi como un recurso metacinematográfico (el espectador siente la misma confusión que algunos de los personajes de la película), ralentizan terriblemente el tempo y se muestran demasiado discursivas, con demasiada tendencia a la sobreexplicación del delirio visual con el que por momentos se nos bombardea. La principal paradoja que encierra ZARDOZ es su capacidad estética para situarnos rápidamente en el contexto histórico de su filmación (lo que le otorga un valor importante en cuanto a su comprensión) pero que, a su vez, la convierte en una cinta demasiado localizada en su momento haciendo que, aun pudiendo comprender el valor de su mensaje, nos resulte mal envejecida.

Ficha Técnica

  • Año.- 1974.
  • Duración.-  105 minutos.
  • País.- Gran Bretaña – Irlanda.
  • Género.- Ciencia-Ficción.
  • Título Original.- Zardoz.
  • Director y Guión.- John Boorman.
  • Fotografía.- Geoffrey Unsworth (Panavisión – DeLuxe).
  • Montaje.- John Merritt.
  • Música.- David Munrow.
  • Productor.- John Boorman.
  • Producción.- John Boorman Productions para Fox-Rank.
  • Intérpretes.- Sean Connery (Zed), Charlotte Rampling (Consuella), Sara Kestelman (May), John Alderton (Friend), Sally Anne Newton (Avalow), Niall Buggy (Arthur Frayn), Bosco Hogan (George Saden), Jessica Swift (Apática), Bairbre Dowling (Star), Christopher Casson (el viejo científico), John Boorman.
  • Sinopsis.- A finales del siglo XXIII, en la Tierra sólo sobreviven dos razas humanas: los inmortales, una casta privilegiada que no envejece y lleva una vida placentera; la otra raza vive miserablemente y sólo confía en Zardoz, el dios al que veneran. Zardoz decide elegir a unos cuantos hombres, les entrega armas y los adiestra para enfrentarse a los inmortales. (FILMAFFINITY)

Apuntes y Curiosidades

  • La saga de “La tierra moribunda” (Dying Earth, 1950-1984) de Jack Vance, abrió una de las más interesantes direcciones de la ciencia ficción literaria contemporánea: las ficciones ambientadas en un futuro tan remoto que ha favorecido la hibridación de la vieja tecnología con la magia. Partiendo de un guión original del propio realizador, ZARDOZ se acerca a esa tendencia estética en su recreación, entre el futuro distópico y el ‘fantasy’ más sincrético, de un futuro dividido en dos castas -los ‘Brutos’ y los ‘Eternos’- y gobernado por una deidad artificial. Utilizando una referencia a “El mago de Oz”, de Frank L. Baum, como clave del relato, Boorman narra el fin de ese orden a través de la odisea personal de Zed, un ‘Exterminador’ (Sean Connery) -miembro de la fuerza policial que controla (y, regularmente, aniquila) a los ‘Brutos’-, que se introduce en el Vórtex -residencia falsamente edénica de esos ‘Eternos’ que, a su pesar, han vencido a la muerte- y devuelve a ese universo su condición perecedera.
  • La libre dramaturgia visual desplegada por John Boorman en ZARDOZ intuye que, de las concepciones del mundo más duramente deterministas, puede extraerse un fiero deseo de libertad individual. Probablemente porque la voluntad y el libre albedrío sólo saben triunfar abriéndose paso en la dura piedra de la necesidad. De este modo, las imágenes de ZARDOZ mezclan, con desigual resultado, existencialismo, ironía y abstracción filosófica. La angustiosa tristeza de las Tierras Exteriores donde los ‘Brutos’ merodean amenazados por los ‘Exterminadores’ que sirven al Vórtex; las apariciones de la nave-máscara-Dios; el contraste entre la brutalidad y desolación de los páramos y la relamida decoración pop del Vórtex; el tono seco y agresivo de la narración, acentuado por su casi experimental utilización del color, el sonido y la música, los efectos especiales y el montaje, apoyados por extrañas angulaciones de cámara, son en suma, una poética provocación plástica frente a las mediocres convenciones visuales que presidían el género desde los EE.UU. El mundo lívido y barroso de ZARDOZ, con sus pegajosas brumas y grotescas figuras deambulando por el vacío, preludia la tétrica situación en la que malvivirá el cine de ciencia ficción inglés de los años ochenta.

   Fuentes: Cuaderno del Cine Club Universitario. La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad de Granada.