Todos los hombres del presidente (1976)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

Película enmarcada en el ciclo LAS DÉCADAS DEL CINE (I): LOS AÑOS 70 EN EL CINE ESTADOUNIDENSE (1ª parte) organizado por el  Cine Club Universitario / Aula de cine de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada.

«…no sólo una lección de cómo acercarse a la Historia -contemporánea en este caso- de una manera apasionante sino, y desde el punto de vista cinematográfico, una lección de buen cine.»

  «…ejemplo de lo que […] debería ser todo buen film histórico trate el periodo, el acontecimiento o el personaje que sea: una gran

 obra, cinematográficamente hablando, que no sólo dé a conocer una “historia de la Historia” sino que despierte el interés por saber más acerca de ella.»

Juan de Dios Salas

   «Se impone el poder de la prensa o, lo que es lo mismo, de la libertad de expresión, en la que, eso parecen querer decir los responsables de la película, reside el poder real, algo que deberían aprender más de uno que, hoy en día, desde diferentes posiciones y medios, parecen haber olvidado cuando intentan imponer sus puntos de vista.»

Israel Paredes Badía

Un relato de investigación en la gran pantalla

    El libro TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE, obra de los periodistas del “Washington Post” que destaparon el famoso “caso Watergate” (1972), Carl Bernstein y Bob Woodward, es el material con el que el guionista William Goldman elabora un relato de investigación cuasi detectivesca de uno de los hechos clave acontecidos en la Norteamérica de principios de los 70, que supuso la dimisión del presidente Richard Nixon (9 de agosto de 1974).

   Para elaborar esta película del mismo nombre que el libro en el que se inspira, Goldman recopila sólo la información fundamental, a saber, sólo la estrictamente necesaria para que TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE pueda ser seguida y comprendida por todos los espectadores sin perderse en la gran cantidad de nombres y datos contenidos en la obra.

   A la gran labor de Goldman hay que añadir la puesta en escena de uno de los cineastas más brillantes del cine norteamericano de los 60 y 70, Alan J. Pakula, uno de los representantes más destacados de lo que Christian Aguilera ha llamado “la conciencia liberal del cine norteamericano”. Un buen exponente de una generación de cineastas que, como señala Juan de Dios Salas, estaban interesados en destapar, analizar y criticar las fisuras del sistema político y social estadounidense o los oscuros recovecos de su Historia, utilizando para ello los resortes que les ofrecía el cine de género .

   La impecable puesta en escena de Pakula logra que TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE sea una película repleta de nombres, datos, preguntas y respuestas, idas y venidas en busca de información, sin convertirse en un soporífero relato donde todo se explica con palabras sino que el tratamiento en imágenes, atrapa el interés del público y lo guía  por ese océano de información, a la vez que consigue transmitir la tensión de los protagonistas en su búsqueda de la verdad.

Apuntes y Curiosidades

  • Rodada en 1976, tan sólo dos años después del final de la presidencia de Nixon, TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE se basa en el libro escrito por Bernstein y Woodward sobre la investigación periodística que llevaron a cabo y que tuvo su continuación en “The Last Days”, en donde se recoge todo lo sucedido desde el final del libro anterior hasta la renuncia de Nixon. Cuando Redford compra los derechos, el libro se ha convertido en un best-seller, Woodward y Bernstein han ganado el premio Pulitzer y el “escándalo Watergate” aún resuena con fuerza, todo ello razones suficientes para llevar a la gran pantalla una de las historias periodísticas más importantes del siglo XX. Pakula viene de rodar El último testigo -una de las grandes películas de la paranoia política del momento- y también había realizado Klute (idem, 1971), por lo que no es de extrañar que sintiera interés en embarcarse en el proyecto. Sin embargo, fue al británico John Schlesinger el primer director a quien se le ofreció la posibilidad de dirigir la película, rechazando la invitación al entender que se trataba de un tema y de una historia que debían ser abordados por un director norteamericano.
  • He aquí un ejemplo de la manera de resolver visualmente los diferentes encuentros con el confidente “Garganta Profunda” -magníficamente contados en el libro y plasmados en el guión- filmándolos con una iluminación propia del cine negro o del de espías, con figuras a contraluz, estáticas, en un enorme y desolado garaje subterráneo bañado por una gélida luz azulada… todo ello una perfecta traslación a lo visual de lo inquietante y peligroso de dichos encuentros. Inolvidable y tremendamente significativo resulta también el plano cenital que, a mitad del relato, muestra a los protagonistas recogiendo información en la Biblioteca del Congreso: en ella las mesas están dispuestas en círculos concéntricos y separadas por pasillos que, a manera de radios, cortan esos círculos y llevan a un pequeño espacio central. Vista desde arriba la imagen suscita la idea de un laberinto y ello parece querer sugerir ese otro laberinto en el que los periodistas han entrado, hecho de medias verdades, silencios y datos por descubrir y del que tendrán que salir para llegar al mismísimo centro de la verdad, al responsable máximo del Watergate.
  • Y sobre todo resulta ejemplar la secuencia final, un prodigio de composición y de narración audiovisual. En un plano general se muestra la redacción del “Washington Post” donde en ese instante -muy temprano se supone- sólo están trabajando los dos protagonistas. Jugando con maestría las posibilidades del formato panorámico sitúa en una parte de la pantalla un monitor de televisión en el que se está emitiendo la reelección de Nixon, mientras que en la otra parte del encuadre vemos a los dos protagonistas escribiendo, a toda velocidad, lo que sabemos será el artículo que desvelará la implicación en un caso de corrupción y espionaje políticos, del hombre que aparece en la televisión. Así mientras toda la nación asiste a la toma de poder de Nixon, ambos periodistas están comenzando a fraguar su caída. Esta imagen se ve además magníficamente apoyada por un recurso sonoro: mientras que al principio sólo se oye el sonido de la televisión, éste poco a poco va a ser apagado por el crescendo del tecleo de las maquinas de escribir. Este plano encadena con otro donde ya sólo se ve a los dos periodistas y el sonido de sus maquinas lo domina todo. Por último este plano encadena visual y sonoramente con otro donde el tecleo ya no lo producen las máquinas sino un teletipo que, mostrado en primer plano, va dando las noticias que, desde ese momento y a lo largo de varios meses, condensan los efectos que ha producido el artículo que veíamos nacer en el plano inicial. La película se cierra con un fundido en negro sobre la noticia de la dimisión de Nixon y la del nombramiento de Gerarld Ford como nuevo presidente.

   Fuente: Cuaderno del ciclo proyectado en MARZO 2015.

Una Respuesta a “Todos los hombres del presidente (1976)”