También los enanos empezaron pequeños (1971)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

“Pienso que la rebelión de los enanos y todos sus actos están plenamente justificados, la película adquiere unas proporciones de desesperación notables. Y todo lo que hacen, por más cruel que pueda parecer, no es más que una forma desesperada de pedir ayuda. (…) Creo que existe un enano dentro de todos nosotros y me parece importante que se reconozca así.”

Werner Herzog

Introducción

Con También los enanos empezaron pequeños (1971) continúa el 8 de marzo de 2019 el ciclo «Maestros del cine contemporáneo (IX): Werner Herzog (1ª parte)«. Ciclo organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cineclub Universitario/Aula de cine) de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada, con la colaboración de GOETHE-INSTITUT de Madrid. Dicho ciclo se prolongará hasta el viernes 22 de marzo de 2019, con una serie de proyecciones en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, todos los martes y viernes, a las 21:00 horas. Las películas seleccionadas se proyectarán en versión original en alemán con subtítulos en español y la entrada a las mismas será libre hasta completar aforo.

Muchas y contradictorias opiniones

Realizado íntegramente en medio de un árido paisaje de lava volcánica, el film describe la imposible revuelta de un grupo de enanos en un internado contra el director del establecimiento, que a su vez se trata de otro enano. Las turbadoras andanzas de esta singular comunidad despertaron, y despiertan todavía, muchas y contradictorias opiniones. En su momento se quiso ver en ellas una parábola sobre el fracaso de una rebelión incontrolada y por ello abocada a la destrucción (los ecos del Mayo del 68 todavía eran recientes). El hecho de que el propio director del centro sea un enano, que a su vez mantiene atado en una silla como rehén a uno de los internos, o que incluso la fugaz aparición de la conductora de un gran coche sea también enana, fue interpretado por algunos críticos como un retrato distorsionado, y en clave esperpéntica, de la pequeñez moral de la sociedad bien pensante. El conflicto se produce desde el momento que la película no ahorra, sino todo lo contrario, las imágenes más desagradables y vejatorias del conjunto de los internos. Dentro de los muros del establecimiento en que están recluidos, los enanos protagonizan una verdadera escalada de atrocidades. Individualmente o en grupo rompen, destrozan y queman todo cuanto encuentran: Obligan a dos de sus compañeros a efectuar un simulacro de boda; se arrojan la comida unos a otros; prenden fuego a una palmera; organizan peleas de gallos; matan a una cerda ahuyentando a sus crías; efectúan una procesión religiosa con un simio crucificado… Y, por si no fuera suficiente, se burlan de dos de sus compañeros ciegos, que a su vez intentan pegarse con largos palos de madera. La historia se cierra con la risa sardónica e inacabable de uno de los enanos ante las dificultades de un camello arrodillado que no puede recuperar el equilibrio.

No deja de ser sorprendente que la visión del director sobre los enanos sea radicalmente opuesta a la que ofrecen algunos de sus documentales igualmente centrados en colectivos con limitaciones físicas o mentales, como sucede con los dedicados a los niños afectados por la talidomida (Futuro limitado, 1970), o a las múltiples dificultades que deben superar las personas sordas y ciegas (El país de silencio y oscuridad, 1971).

Cierre

Con las desasosegantes imágenes de También los enanos empezaron pequeños sin duda la más amarga de las parábolas visionarias de Herzog, concluye una primera etapa de un realizador que se ha caracterizado precisamente por su fascinación por los seres diferentes. Esos personajes singulares, tan bien encarnados por la imagen emblemática de Klaus Kinski, actor que en cierta medida podría considerarse su alter ego, en el mismo sentido que Mastroianni lo era de Fellini. Klaus Kinski será el irremplazable protagonista de Aguirre, la cólera de Dios (1971), la película con la que Werner Herzog alcanzaría renombre internacional.