SULLY (2016)

Área de Cine y Audiovisual

Presentación

El viernes, 27 de abril de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, el Cineclub Universitario / Aula de Cine proyecta Sully (2016), película con la que finaliza el ciclo Maestros del Cine Contemporáneo (VI): CLINT EASTWOOD (y 4ª parte), en versión original con subtítulos en español. Entrada libre hasta completar aforo.

Una aproximación esquinada a unos hechos

Al igual que en anteriores incursiones de Clint Eastwood en el terreno del biopicBird, Invictus, J. Edgar, Jersey Boys y El francotirador-, y en aquellos films suyos basados en hechos reales -el díptico Banderas de nuestros padres/ Cartas desde Iwo Jima, El intercambio y, de manera parcial, Cazador blanco, corazón negro (una ficción inspirada en la historia del rodaje de La Reina de África) y Medianoche en el jardín del bien y del mal (otra ficción, basada esta en una excelente novela de John Berendt inspirada, a su vez, en hechos verídicos)-, Sully propone una aproximación, digamos, esquinada a los hechos que narra. A partir de un guión de Todd Komarnicki la película reconstruye la historia del capitán Chesley “Sully” Sullenberger (Tom Hanks), un piloto de aviones de pasajeros que el 15 de enero de 2009 logró ejecutar con éxito un arriesgado aterrizaje de emergencia sobre las aguas del río Hudson, después de que el vuelo US Airways Flight 1549 que pilotaba estuviera en un tris de estrellarse sobre Manhattan tras la avería de los dos motores principales del aparato como consecuencia de la inesperada colisión contra una bandada de aves al poco de despegar. Gracias a su arriesgada maniobra, Sully logró salvar las vidas de todos los pasajeros y salió airoso de una severa investigación oficial que intentó imputarle cargos por negligencia al considerar que ese amerizaje sobre el Hudson había sido innecesario.

Psicología del personaje a través de flashbacks

Sully propone una mirada sobre este personaje real, y todavía vivo, muy característica del cine de Eastwood. No ofrece una reconstrucción lineal de los hechos que vivió el protagonista ni de sus circunstancias personales, sino que va mostrando pinceladas sobre su psicología valiéndose de la técnica narrativa del flashback, dando saltos al pasado del personaje, e incluso, recurriendo a la ensoñación: La visualización de una “fantasía” del personaje. La película empieza con una secuencia en la que asistimos a lo que, a primera vista, tiene toda la pinta de ser una reconstrucción en imágenes de la hazaña del capitán Sully…, hasta que, de repente, nos damos cuenta de que no es así: El avión pilotado por el protagonista se estrella catastróficamente sobre Manhattan, y en el plano siguiente, Sully se despierta en su cama de hotel, sobresaltado por lo que a todas luces no era más que una pesadilla: Un eco de ese terror plenamente arraigado en el inconsciente colectivo de los Estados Unidos llamado 11-S, expresado por Eastwood en ese bellísimo plano en el que, a través de la ventana de su oficina, un hombre contempla, paralizado, el descenso del avión sobre Manhattan, camino del Hudson.

Esta construcción narrativa contribuye a enriquecer el perfil del protagonista y, sobre todo, a que el espectador empatice con él. Tal y como está construido, el film “crece” a medida que lo hace el conocimiento del público sobre el capitán Sully, y que lo hace también, paralelamente, la asunción que lleva a cabo Sully sobre sus propios actos, de manera que, llegado el “gran momento” (la reconstrucción de la catástrofe aérea), tanto el público como el protagonista están preparados para ver esos mismos hechos, por primera vez en el caso del espectador, y para revivirlos y asumirlos en el de Sully. Unos hechos que, pese a su espectacularidad, Eastwood va avanzando fugazmente mediante esporádicas imágenes vistas en reportajes de televisión que nos informan desde el principio del relato que el capitán Sully logró salvar a las 155 almas que viajaban en el avión siniestrado.

El factor humano

Buena parte de la trama gira alrededor del hecho de que, después de su heroica hazaña, Sully y su copiloto Jeff Skiles (Aaron Eckhart) se ven obligados a someterse a un comité de investigación para aclarar lo sucedido, y ese comité lo que hace es esgrimir en su contra una serie de informes contradictorios con su versión de los hechos que parten, a su vez, de nada menos que veinte simulaciones hechas por ordenador que en principio demostrarían que Sully se equivocó y puso en peligro las vidas de su tripulación y sus pasajeros. La defensa de Sully consistirá, precisamente, en poner en ridículo esas simulaciones por ordenador que no han tenido en cuenta algo esencial: El factor humano. Es por ello que, aquí, los primeros planos de las manos de Sully, su copiloto Jeff e incluso los pilotos que han participado en las simulaciones por ordenador tienen más sentido que nunca: Eastwood nos recuerda que quienes tocan las máquinas no son sino seres humanos, los cuales, como tales, bien pueden equivocarse, pero también acertar, como en el caso de Sully. Resulta significativo el hecho de que Eastwood repita y amplíe la secuencia de la catástrofe cuando Sully, Jeff y todos los miembros del comité de investigación escuchan la grabación de los hechos, “visualizándola” mentalmente. De este modo, el realizador invita al espectador no ya a volver a ver la secuencia, con escenas y planos añadidos, sino también a reflexionar sobre ella. Sully es, también, una de esas raras películas que pretenden (y consiguen) hacer pensar.

Cierre

Sully está repleta de atractivas pinceladas que no hacen sino reforzar el perfil psicológico del protagonista, quien se ve inmerso en un proceso íntimo y personal de autoreconocimiento de sus miedos y de reafirmación de sí mismo. Eastwood y Hanks expresan muy bien la incomodidad de ese hombre sencillo que, de la noche a la mañana, se convierte en un héroe nacional, el responsable del “milagro del Hudson”, sin haber pretendido nada más que sobrevivir a una muerte cierta.

Fuente: Cuaderno del Cineclub Universitario / Aula de Cine.

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