Ruta suicida (1977)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

Presentación y Análisis

  RUTA SUICIDA es realmente una de las películas más enloquecidas de Eastwood, y se anticipa algunos años a las “performances” pop-dadaístas de 1941 (1941, Steven Spielberg, 1979) y Granujas a todo ritmo (The Blues Brothers, John Landis, 1980). Los tiroteos prolongados y devastadores se convierten en un rasgo de la película, en un gag que se repite muchas veces. Del mismo modo que en un film de Kung-Fu el clímax está en los combates, o en una película porno en las escenas de sexo, RUTA SUICIDA está marcada por las exhibiciones pirotécnicas, que traspasan ampliamente la frontera de lo verosímil.

La mirada del cineasta sobre el mundo y sus criaturas, teñida de una honda amargura, de un trágico pesimismo, de un exceso de violencia que excava en sí misma el abismo de la muerte -cf. Bird, Million Dollar Baby, Banderas de nuestros padres-, ya se palpaba en RUTA SUICIDA. Por ejemplo, el verdadero argumento del film de Clint Eastwood, tal y como se presenta, reposa en el raudal de singulares personajes que configuran un mundo en descomposición, podrido hasta el tuétano: el ayudante del fiscal, un arribista de aspecto ladino, quien no es capaz “ni de hacer que condenen a Hitler” -según apostilla el sargento Josephson (Pat Hingle)-; el comisario Blakelock (William Prince), el auténtico villano de la función, es un corrupto, perverso y brutal funcionario, conchabado con la Mafia, el cual, por otra parte, le gusta que sus subordinados “estén bien arreglados”; un patrullero fascistoide de Las Vegas, Constable (BiII McKinney), disfruta insultando a una prostituta por el hecho de ser puta –“¿Lo has hecho alguna vez con una chica? Las putas lo hacéis con cualquiera, mientras pueda pagar… Me gustaría ver tus dos tetas apuntando al techo…”, dice-; unos moteros tipo ‘Ángeles del Infierno’ golpean con sadismo al rudo policía Ben Shockley -quien les había robado con anterioridad una de sus motocicletas- e intentan violar a su prisionera, Gus Mally, testigo de cargo en un juicio contra el crimen organizado; los compañeros de Shockley, los agentes de policía de Phoenix, acatan sin apenas cuestionárselas las órdenes de Blakelock cuando éste les ordena lIenarlo de plomo tan pronto como llegue a la ciudad.

Y alrededor de estos dos últimos personajes, Shockley & Mally, construye Clint Eastwood el relato, su discurso. Shockley & Mally dos perdedores que se reconocen, se comprenden y, finalmente, se aman, no son lo que aparentan –Shockley, rebelde, borracho, no muy competente es, en realidad, un tipo duro, decidido, temerario, que cumplirá con su misión suicida cueste lo que cueste; Gus Mally (un nombre ambiguo, masculino-femenino) es una prostituta de altos vuelos, sarcástica y lenguaraz, con licenciatura universitaria y el sueño de formar, algún día, una familia…-, ambos constituyen el catalizador que hace salir a la superficie toda la suciedad del Sistema que los repudia y, literalmente, intenta borrarlos del mapa.

Thriller tremendamente físico, trepidante, RUTA SUICIDA supone un viaje iniciático para Shockley & Mally: su finalidad es que ambos adquieran sabiduría por medio de los acontecimientos vividos, produciéndose en ellos un renacimiento espiritual y mental que los convertirá en lo que realmente son. Pero además, supone una sensible perversión de ese universo westerniano tan cercano a Eastwood, donde la belleza de los grandes parajes abiertos es corrompida por un helicóptero que revolotea como un ave rapaz por encima de Shockley & Mally, con un sicario a bordo dispuesto a volarles la cabeza de un disparo. Y sin dejar a un lado, por supuesto, el tratamiento burlesco de la propia violencia, en la cual los aparatosos tiroteos, surreales de puro exagerados, atesoran su casi imprescindible toque humorístico: recordemos la vivienda de Mally, tras haber sido convertida en un gigantesco colador, desmoronándose como un castillo de naipes…; o el autobús bunkerizado, cayéndose literalmente a pedazos al pie de las escalinatas que conducen a los juzgados de Phoenix, fin de trayecto para Shockley & Mally.

La trama de RUTA SUICIDA es más bien sencilla, que no simple. Gira en torno a dos personajes antitéticos que, siguiendo una consolidada tradición narrativa del cine norteamericano, están condenados a entenderse: Ben Shockley, un agente de policía de Phoenix con problemas con el alcohol, y Agustina “Gus” Mally, una prostituta de Las Vegas a las que Shockley debe recoger y escoltar hasta Phoenix para que testifique ante los tribunales en un proceso criminal aparentemente sin importancia. Ni qué decir tiene que dicho viaje no será fácil a partir del momento en que se descubre que el testimonio de Mally puede salpicar la honorabilidad de un alto cargo policial, el comisario de asuntos internos Blakelock, y que Shockley ha sido elegido para escoltar a Mally precisamente porque es un borracho con fama de inútil, y por tanto alguien a quien se podrá eliminar junto con su protegida sin levantar sospechas.

Lo más interesante de RUTA SUICIDA reside en el cuidado dibujo de sus dos personajes protagonistas y, sobre todo, de qué manera la evolución de los mismos va estrechamente ligada a las dificultades que tienen que atravesar juntos en su tortuoso periplo desde Las Vegas a Phoenix. El mutuo reconocimiento de su condición de marginados, únicamente diferentes entre sí por el hecho de hallarse, teóricamente, a distintos lados de la ley (el policía alcoholizado, mal afeitado y amargado, que sabe que nunca se ganará un ascenso, y la puta solitaria y endurecida que no sabe cómo cambiar de estilo de vida), va unido a la descripción del duro entorno social que les rodea. En este sentido, hay más violencia cuando el policía retenido por Shockley se dedica a insultar a Mally por el mero hecho de que ésta se gane el sustento como prostituta (insultos que ella también le devuelve con creces), o cuando Shockley y Mally son agredidos en el tren, que en todos los tiroteos que jalonan el relato.

Ficha Técnica

  • Año.- 1977.
  • Duración.- 109  minutos.
  • País.- EE.UU.
  • Género.- Policíaco.
  • Título Original.- The gauntlet.
  • Director.- Clint Eastwood.
  • Guión.- Michael Butler y Dennis Shryack.
  • Fotografía.- Rexford Metz (Panavisión – DeLuxe).
  • Montaje.- Ferris Webster y Joel Cox.
  • Música.- Jerry Fielding.
  • Productor.- Robert Daley.
  • Producción.- Malpaso Productions para Warner Bross.
  • Intérpretes.- Clint Eastwood (Ben Shockley), Sondra Locke (Agustina “Gus” Mally), Pat Hingle (Josephson), William Prince (Blakelock), Bill McKinney (Constable), Michael Cavanaugh (Feyderspiel), Carole Cook (la camarera), Mara Corday (la matrona), Douglas McGrath (el contable).

Curiosidades

  • Tras meterse por tercera vez en la piel de Harry Callahan en Harry el ejecutor (The enforcer, James Fargo, 1976), Eastwood decide hacer algo para acabar con su imagen de superpolicía. Ben Shockley, el protagonista de RUTA SUICIDA, es en efecto un fracasado que, al contrario que Callahan, nunca pondría las órdenes en tela de juicio. Hace tiempo que ha dejado de soñar, pero sus sueños siempre fueron ejemplo de mediocridad (resolver un caso importante, sacar adelante una familia): no tienen nada que ver con la inspiración utópica y el heroísmo solitario de Dirty Harry. El guión está firmado en esta ocasión por Michael Butler y Dennis Shryack. Junto a Eastwood actúa, por primera vez como protagonista, Sondra Locke.
  • El viaje de Shockley y Mally a Phoenix se realiza en toda clase de vehículos. Primero en una ambulancia, la cual no tarda en ser perseguida y tiroteada desde otro coche. Más adelante, los protagonistas se apoderan de un coche patrulla secuestrando al agente de policía que lo conduce, en lo que puede verse la influencia del film de Steven Spielberg Loca evasión (The Sugarland Express, 1974) que volverá a reaparecer casi veinte años después en la extraordinaria Un mundo perfecto. Luego, Shockley y Mally se apropian de la moto de una especie de ‘Ángel del Infierno’, con la cual huyen velozmente de un francotirador que amenaza sus vidas disparándoles desde un helicóptero; si bien todas las secuencias de acción de RUTA SUICIDA son excelentes, destaca en particular esta última, en la que la cuidada planificación y el esmerado sentido de la composición visual por parte del realizador (esos estupendos encuadres en formato panorámico que asocian, en plano medio o en plano general, a Shockley y Mally en la moto con el helicóptero en vuelo al fondo de la imagen) logra una plena integración de personajes, paisaje y sensación de peligro. De ahí, los protagonistas saltan al interior del vagón de mercancías de un tren en marcha y, finalmente, a un autobús que secuestran y que, debidamente blindado, emplearán para entrar en Phoenix con la intención de presentarse ante las autoridades, no sin antes sobrevivir a una increíble lluvia de balas, en la que sin duda es la más famosa secuencia de la película, atractiva de puro delirante, pero filmada con excepcional solidez y desde luego no exenta de una particular ironía: el autobús literalmente cosido a balazos y, en el primer tercio del relato, la casa de Mally que acaba hundiéndose bajo el efecto de otro torrente de disparos, son en el fondo una especie de paráfrasis que ilustran, por la vía de la exageración, el modo más bien poco halagüeño con que es mostrado el estamento policial, cosa rara en una película que viene firmada, se supone, por un realizador que todavía era considerado poco menos que un fascista defensor del orden establecido ‘made in USA’.

   Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad de Granada.