PERDICIÓN
Área de Cine y Audiovisual
- Año de estreno.- 1944.
- Duración.- 107 minutos.
- País: EE.UU.
- Género: Cine Negro.
- Título Original.- Double Indemnity.
- Director.- Billy Wilder.
- Argumento.- La novela homónima de James M. Cain.
- Guión.- Raymond Chandler y Billy Wilder.
- Fotografía.- John F. Seitz (B/N).
- Montaje.- Doane Harrison.
- Música.- Miklos Rozsa.
- Productor. Joseph Sistrom.
- Producción.- Paramount.
- Intérpretes.- Fred MacMurray (Walter Neff), Barbara Stanwyck (Phyllis Dietrichson), Edward G. Robinson (Barton Keyes), Porter Hall (sr. Jackson), Jean Heather (Lola Dietrichson), Tom Powers (sr. Dietrichson), Byron Zarr (Nino Zachette), Fortunio Bonanova (Sam Gorlopis).
- Premios.- 7 candidaturas a los Oscars: Película, Director, Guión, Actriz principal, Fotografía, Música y Sonido (Loren L.Ryder).
“Yo estaba entusiasmado después de que Sistrom me diera a leer la historia. La leí en apenas dos horas. Le di a Charles Brackett el texto, quien me lo devolvió poco después, sujetándolo solo con la punta de los dedos.-Es basura -me dijo.No quería participar en una porquería semejante, en la que todo sucede a causa de los motivos más bajos. Creo que no quería que su buen nombre apareciera en los créditos de una película tan sospechosa”.
- Uno de los planos más inquietantes de toda la obra de Wilder, y una idea, la de la relación entre Walter y Keyes, que conduce PERDICIÓN hacia otros terrenos más allá de su trama criminal, la mujer fatal y el arribismo del americano medio, es el plano combinado de Phyllis escondida en el pasillo del inmueble, detrás de la puerta abierta del apartamento de Walter, mientras su amante, consciente de que la muchacha está allí oculta, charla con Keyes antes de que éste entre en el ascensor. Wilder rompió el verosímil -la puerta se abre hacia fuera, cosa totalmente improbable en una casa, pero era la única forma de componer la situación y mantener el suspense- para conseguir el más angustiante de los resultados. El mismo Wilder comenta: “Por cierto, que en la película hay un error que me arriesgué a llevar a cabo conscientemente y que nadie notó. Es en la escena en la que Barbara Stanwyck, asustada por las comprobaciones que se están llevando a cabo, llama por teléfono a MacMurray y le dice que pasará un momento a visitarlo, a escondidas. Antes de que ella llegue, Robinson visita inesperadamente a su amigo. La Stanwyck sale del ascensor, se acerca a la puerta del piso, oye hablar a los dos hombres. Duda. La puerta se abre, ella se esconde detrás de la puerta hasta que Robinson va hasta el ascensor, sube en él y se marcha. Se esconde detrás de la puerta de un piso que se abre hacia fuera, cosa que no sucede en ninguna puerta del mundo, porque de ser así, se golpearía en la nariz a cada visitante. Pero solo por medio de esta falsificación de la realidad podía rodar a los tres en un solo punto: La Stanwyck que se esconde, Robinson que se va y MacMurray que se queda. Para cualquier otro escondite en el pasillo, la distancia focal habría sido demasiado corta.”
- Respecto a la relación entre Walter, reconocido y algo chulesco agente de seguros, y Keyes, inspector de reclamaciones de la misma compañía, edifica una historia de respeto, afecto y devoción que Wilder aún habría llevado más lejos de montar alguno de los otros desenlaces previstos y rodados. El narrador Walter, en su confesión al dictáfono, dirigida precisamente a Keyes, asegura en un momento que quería pensar con el cerebro del inspector porque deseaba preparar a conciencia todas las respuestas a las preguntas que éste le iba a hacer. Coartada, pero también admiración. Wilder había planeado concluir la película con idéntica situación a la de la versión comercializada –Keyes frente al malherido Walter en las dependencias de la compañía, encendiendo una cerilla con el mismo gesto característico empleado por Walter a lo largo del film-, pero introduciendo en el diálogo una referencia a la famosa línea de tranvía.
- También había barajado la posibilidad de un epílogo con la ejecución de Walter en la cámara de gas, tras acompañarle Keyes en el corredor de la muerte. Quizá habría sido lo más lógico para la época, pero en su decisión de cerrar con la escena entre los dos personajes masculinos, Wilder no hizo otra cosa que potenciar la historia velada que subyace entres las imágenes en negro de PERDICIÓN. Lo que queda no es el primer gesto de verdadera emoción de Phyllis antes de morir a manos de su amante, cuando ha comprendido que le quiere, o el final de la confesión de Walter con el dictáfono como mudo testigo, sino la mirada de Keyes, cansado, triste y decepcionado. Lo está porque ha fracasado en su trabajo (creyó que el culpable era otro) y porque le ha fallado el que creía su mejor amigo.
Fuente: Fichero del AULA DE CINE/CINE CLUB UNIVERSITARIO. La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada.
[…] a la gente narcotizar su propia banalidad y su propio aburrimiento existencial. Como en PERDICIÓN, también en EL GRAN CARNAVAL hay una esposa que quiere huir de la estrechez, del aburrimiento y de […]