Maestro Chaplin – Etapa mutual: Programa nº 2 – (1916-17).

Área de Cine y Audiovisual

Introducción

Información acerca del ciclo No necesitaban palabras, tenían rostros (Joyas del cine mudo XIII): maestro Chaplin – Etapa mutual. Ciclo con el que el Cineclub universitario / Aula de cine de La Madraza cierra el año 2019. Este ciclo comprende el período en el que CHARLES CHAPLIN firmó en Nueva York un nuevo compromiso profesional con la MUTUAL FILM CORPORATION, en condiciones de absoluta libertad creativa y con un equipo estable de cómicos que incluían a la joven Edna Purviance, el fornido Eric Campbell o los secundarios Henry Bergman y Albert Austin, además de consolidar la colaboración con el director de fotografía Rollie Totheroh. Durante este período rodó doce comedias, que contribuyeron a desarrollar la mayoría de edad artística del cineasta, la consolidación de un estilo y la experimentación de unos recursos cómicos de probada eficacia, que reaparecerían sistemáticamente en sus posteriores largometrajes.

Se podrá disfrutar de dichos trabajos los días 10 y 13 de diciembre de 2019. Serán proyectados en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, a las 21:00 horas. 6 cortometrajes por día, dirigidos e interpretados por Charles Chaplin, con intertítulos en inglés subtitulados en español. Entrada libre hasta completar aforo. Recordarte que, en esta sala y durante las proyecciones, NO ESTÁ PERMITIDO comer ni hacer uso de dispositivos móviles. Te agradecemos tu colaboración.

Charlot, tramoyista de cine (1916)

Definida ya la intrínseca naturaleza del personaje del vagabundo, Charlot no podía aspirar al estrellato ni a la gloria artística que había conseguido su creador. En este film encarna a un simple ayudante de escenografía que, para mayor desgracia, tiene a Eric Campbell como jefe. Mientras éste duerme todo el día, el asistente traslada pesados elementos de atrezzo de un lado a otro del plató. Sufre diversos encontronazos con el director de fotografía al derribar alguna de las patas del trípode cada vez que pasa junto a la cámara pero encuentra la horma de su zapato con una gigantesca columna de cartón piedra. Ésta se balancea a uno y otro lado, amenazando el decorado de una producción dramática que responde al más puro estilo del film d’art francés. Chaplin jamás habría rodado ninguna de sus películas en este ambiente sofisticado e intelectualizado pero, precisamente por ello, su presencia resulta particularmente satírica. Si las primeras escenas de CHARLOT TRAMOYISTA DE CINE habían satirizado el film d’art, las últimas constituyen un verdadero homenaje al burlesque. La secuencia que debe rodarse en el estudio es una clásica pelea con tartas de nata. El final de CHARLOT TRAMOYISTA DE CINE no atiende a otras razones que la violencia entendida como un vehículo para el humor.

Charlot, héroe del patín

CHARLOT HÉROE DEL PATÍN conjuga una caprichosa multiplicidad de espacios con la sátira de las costumbres de la alta sociedad. Charlot trabaja ahora como camarero de un restaurante, profesión que ya había desempeñado en Charlot camarero, y en la primera escena de su nueva comedia, mientras prepara la cuenta de un cliente de aspecto burgués a partir de los restos de comida presentes en su rostro o en su indumentaria, ya delata su desconfianza hacia los miembros de esta clase social al comprobar la validez del billete con el que le pagan. Sin embargo, la relación que mantiene con sus compañeros no es mucho más fluida. Las puertas batientes de la cocina ocasionan numerosos problemas. De nuevo en la pista, pone de manifiesto una prodigiosa agilidad que presagia el más difícil todavía que ejecuta en Tiempos modernos cuando patina con los ojos vendados junto al hueco de una escalera desprovista de barandilla. La secuencia de CHARLOT HÉROE DEL PATÍN no entraña peligro alguno para el protagonista pero, en cambio, acaba por en una batalla campal.

Charlot en la calle de la paz

Dividida en tres partes que responden a la presentación, nudo y desenlace de la narración clásica, CHARLOT EN LA CALLE DE LA PAZ aborda la miseria humana -uno de los temas recurrentes en la obra de Chaplin- a partir de la ubicación de su protagonista en el bando de la barrera social opuesto al que habitualmente ocupa. La confrontación entre Charlot y un Eric Campbell más voluminoso que nunca es desproporcionada, grotesca. Sin embargo, el primer asalto es puramente estratégico. El nuevo policía intenta avisar por teléfono y el forzudo hampón mira a su adversario con la misma incredulidad que si acabara de descubrir una nueva especie de insecto. Cuando comienza la acción, los porrazos de Charlot resultan inocuos, pero el ingenio le permite dominar a su adversario con la ayuda del gas que emana de la farola que éste ha doblado. Es el triunfo de David contra Goliath.

Charlot en el balneario

Tal como lo describe el propio Chaplin en su autobiografía, “el Athletic Club de Los Ángeles era un centro donde la élite de la sociedad local y la gente de negocios se reunía a la hora del cóctel”. De ese ambiente selecto y de un número de variedades procedente de la época de Fred Karno, llamado “The Hydro” y en el que también intervenía su hermano Sydney, nació el embrión que dio pie a CHARLOT EN EL BALNEARIO. La acción de este film transcurre en un balneario de aguas dotadas de facultades terapéuticas que Charlot altera al mezclar- las con un generoso cargamento de bebidas alcohólicas. El tema del borracho reaparece en esta comedia. El método de trabajo utilizado por el cineasta, consistente en ensayar ante la cámara cargada con película, fue particularmente fructífero en CHARLOT EN EL BALNEARIO.

Charlot emigrante

Película que arrancó como una comedia y finalizó con ribetes autobiográficos. En un intento de hacer progresar la narración de CHARLOT EMIGRANTE, el vagabundo descubría a la muchacha y la invitaba a compartir su mesa. La falta de dinero para pagar la consumición se convertía en una amenaza inmediata cuando el camarero golpeaba al cliente de una mesa vecina, aunque el hallazgo de una moneda en el suelo resolvía parcialmente la situación. No obstante, seguía existiendo un problema crucial cuya resolución fue la que daría la clave definitiva para la película. A la pregunta de quién era la chica hambrienta y solitaria en un café, Chaplin respondió con la genial ocurrencia de que tanto ella como el vagabundo eran inmigrantes que se habían conocido a bordo de un barco que los llevaba a Estados Unidos. Una vez más, el fantasma autobiográfico del miserable cómico inglés que consiguió hacer fortuna en América reaparece en una de sus películas pero, también en esta ocasión, el componente nostálgico es compensado con unas gotas de cáustica comicidadCharlot es, ante todo, un héroe trágico que no duda en poner en evidencia su patetismo y el de los que lo circundan para, a pesar de todo, extraer de todos ellos su más genuina comicidad. Aquí se impone el final feliz pero detrás queda la tragedia de los emigrantes que creyeron llegar a la tierra prometida y sólo fueron rescatados de la miseria gracias a las habilidades de un hombrecillo provisto de sombrero hongo, bastón y grandes zapatos.

El aventurero

EL AVENTURERO es acción químicamente pura. La primera escena muestra a unos policías que buscan a alguien entre unas rocas. Uno de ellos se sienta y, justo detrás de él, de un túnel excavado en la arena de la playa, surge Charlot vestido de presidiario. No sabemos qué es lo que le ha llevado a estar entre rejas -aunque la dilatada trayectoria antisocial del personaje acumula motivos más que suficientes- ni cómo ha conseguido evadirse. Poco importa. En este film imperan las normas del burlesque y prevalecen los personajes arquetípicos. Escaleras, terrazas y puertas correderas son los escenarios de esa carrera desenfrenada en la que Charlot vuelve a recurrir a la agilidad y al ingenio. Incluso se transforma en lámpara, pero todo es inútil. La libertad se antepone a cualquier debilidad sentimental y el vagabundo regresa a un mundo tan incierto como aquel del cual ha venido. Eso sí, dejando a sus espaldas un auténtico huracán que pone en evidencia la hipocresía de los burgueses a los que él había salvado la vida.

Fuente: Dossier del ciclo No necesitaban palabras, tenían rostros (joyas del cine mudo XIII): Maestro Chaplin – Etapa mutual.