Fata Morgana (1971)

Área de Cine y Audiovisual / Cineclub Universitario UGR / Aula de Cine "Eugenio Martín"

“se trata de una película desesperada, como la visión de una catástrofe. Al ver las imágenes nos damos cuenta de todos los despojos, de toda la suciedad, de todo lo que hemos estropeado. Estos fragmentos de civilización que se queman, inservibles, bajo el sol”.

Werner Herzog

Introducción

Con Fata Morgana (1971) continúa el 12 de marzo de 2019 el ciclo «Maestros del cine contemporáneo (IX): Werner Herzog (1ª parte)«. Ciclo organizado por el Área de Cine y Audiovisual (Cineclub Universitario/Aula de cine) de La Madraza.Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada, con la colaboración de GOETHE-INSTITUT de Madrid. Dicho ciclo se prolongará hasta el viernes 22 de marzo de 2019, con una serie de proyecciones en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, todos los martes y viernes, a las 21:00 horas. Las películas seleccionadas se proyectarán en versión original en alemán con subtítulos en español y la entrada a las mismas será libre hasta completar aforo.

Un film sobre la fascinación

Rodada en muy diferentes localizaciones (el Sahara argelino, Kenia, Mali, Costa de Marfil, Lanzarote), entre los años 1968 y 1970, Fata Morgana es aparentemente un film documental sobre un tema tan difícil de acotar como es la fascinación. Más exactamente, se trata de una mirada fascinada sobre el prodigio de la creación descrita en términos de experiencia casi místico-religiosa. Cabe observar que la expresión “fata morgana” significa “espejismo”: La ilusión óptica que permite ver reflejados en el horizonte objetos lejanos cuando la luz atraviesa diferentes capas de aire caliente. Lo que en la cinta se visualiza con diversas imágenes de espejismos, como la que cierra la película con la sorprendente visión de un vehículo a motor deslizándose literalmente sobre el mar.

Estructura y Música

Dividida en tres partes visualmente indeterminadas: “La creación”, “El paraíso” y “La edad dorada”, la voz en off que acompaña las imágenes no se corresponde en absoluto con lo que se ve en la pantalla. El texto de la primera parte “La creación”, es leído por la historiadora cinematográfica y amiga personal de Herzog, Lotte Eisner  y se basa en el texto “Popol Vuh”, un libro sagrado de los indios guatemaltecos que describe, mezclando elementos bíblicos y leyendas indígenas, el origen del mundo y su consiguiente fracaso, mientras que los capítulos segundo y tercero fueron escritos y leídos por el propio realizador. Texto e imágenes se hallan acompañados por una banda sonora de resonancias religiosas, compuesta por músicos tan dispares como Haendel, Mozart, Couperin, Leonard Cohen y el grupo de rock Blind Faith.

Un poema visual

El resultado final poco tiene que ver con un documental al uso. Por el contrario, Fata Morgana esconde, tras su apariencia de crónica divulgativa, un carácter decididamente experimental. Un intento de crear un poema visual, de hacer visible lo intangible: La magia y el hechizo del desierto y de sus dunas. Pero esta primera impresión, aparentemente idílica, se ve ensombrecida por la presencia de niños y adultos que viven en condiciones miserables, de despojos de seres en descomposición y también por la aparición de inquietantes vestigios industriales (fuselaje de aviones, pozos de petróleo, habitáculos abandonados o en ruinas…). Los escombros de una civilización, mal identificada con el progreso, que destruye la armonía del lugar incrementando su efecto de intromisión perniciosa y de malestar. Una sensación, la de malestar, que se ve finalmente visualizada por la imagen de una mujer tocando el piano y un hombre cantando en un sórdido local, lo que según el director representa la máxima expresión de la tristeza y la desesperación. Herzog ha manifestado también que Fata Morgana podría tratarse de un documental hecho por extraterrestres. Más concretamente, que su propósito inicial era realizar un film de ciencia ficción sobre unos habitantes de otro planeta que aterrizaran en el nuestro y observaran con mirada ajena los paisajes y sus gentes.

Cierre: Entre la realidad y el sueño

Más próxima a la abstracción de una composición musical que a los cánones del relato documental, la película se sitúa en un punto intermedio entre la realidad y el sueño. Desde un primer momento, con la repetición hipnótica del aterrizaje de diversos aviones desde un mismo ángulo visual, se advierte que la cinta discurre por el camino de la fascinación y casi de la hipnosis, en el que tiene un importante papel la labor de Jorg Schmidt-Reitwein, operador habitual del autor de Fitzcarraldo. Se ha dicho que Herzog filma el paisaje como si se tratara de un diario íntimo, de una confesión.