EL RESTAURANTE DE ALICIA (1969)

Área de Cine y Audiovisual

“Encuentro que hoy en día, América se ha convertido en un país anónimo, sin rostro, espíritu, historia ni cerebro. Aquello que quería mostrar en El restaurante de Alicia o Georgia es el principio de un periodo fantástico para los artistas cuando Kennedy estaba presente. Nuestro país no pudo sobreponerse a su desaparición ni tampoco a la de Robert. De esta forma conservamos la nostalgia de un mundo que nunca ha existido.”

Arthur Penn

Presentación

Hoy Martes, 17 de octubre de 2017, a las 21:00 horas, en Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid), el ciclo “Maestros del cine moderno (IV): Arthur Penn” nos ofrece la película «El restaurante de Alicia (1969)«, en versión original en inglés con subtítulos en español. La entrada es libre hasta completar aforo.

Una visión desencantada de la subcultura hippie

Si analizamos la historia del siglo XX en los Estados Unidos, posiblemente no encontraríamos un periodo tan fructífero, vitalista y estimulante como el de los años 60. Cuando Penn habla sobre El restaurante de Alicia, lo hace aludiendo al espíritu de una generación y a la observación de la transformación sociopolítica de los Estados Unidos desde la óptica del movimiento hippie. No hacía demasiado tiempo que Arthur Penn había militado en movimientos progresistas (SCNN, Defensa de los Derechos Civiles) ya que creía en el idealismo de los años sesenta, los cambios dentro del sistema norteamericano y la oposición a la Guerra del Vietnam como signo de conciencia cívica.

Sin embargo, El restaurante de Alicia presenta la visión más desencantada que quepa imaginar de la subcultura hippie. En su esfuerzo por elaborar un nuevo estilo de vida, los personajes no hacen más que recrear los códigos, convenciones, conflictos de la sociedad que rechazan: El juego, los rituales, fracasan miserablemente. Parece como si Penn se hubiera visto apresado entre su simpatía instintiva por esos jóvenes idealistas y el sentido común, una lucidez que le iba diciendo al oído que todo aquello era utópico y estaba condenado. Una ambivalencia que priva a su película de un verdadero punto de vista.

Un film de transición política

La violencia de El restaurante de Alicia está representada por una negativa, por un acto de no-violencia, por negarse a entrar en el ejército. Por otra parte, los personajes del film pertenecen todos a una clase social muy determinada. Son blancos de clase media, burgueses, que no han pasado hambre y que pueden permitirse vivir como lo hacen, lo que un negro o un obrero jamás podría hacer. Por eso su comportamiento se queda a mitad de camino, limitándose al rechazo de la guerra y los valores hipócritas de una sociedad injusta, pero siendo incapaz de ir más allá.

Para Penn El restaurante de Alicia es un film de transición política porque trata una época de transición política. Las insuficiencias de los personajes, provienen de que su búsqueda de una nueva forma de vida se hace, al margen de la política, mientras Penn opina que para poner en marcha una nueva forma de vivir es preciso el encuadrarse dentro de una acción política coherente. Para Penn todo lo que muestra el film no son más que los primeros pasos de un movimiento político nacido en la juventud, y destinado a cambiar profundamente la sociedad americana.

La actitud ambivalente de Pen

La actitud ambivalente del realizador de cara a sus protagonistas está presente a lo largo del film. No puede disimular su simpatía por ellos, pero no deja de mostrarnos una y otra vez, su insuficiencia. Penn simpatiza lógicamente con unos seres que se marginan voluntariamente, que rechazan una serie de valores de una sociedad establecida, y que tratan de seguir un camino propio en la búsqueda de su identidad. Las insuficiencias las coloca Penn en dos planos muy concretos. Si se rechaza una sociedad, y la escala de valores que ha instituido, es preciso, sustituirla por otra escala de valores que sea más justa. El rechazo puro y simple, deja a la persona desamparada e incapaz de saber el sendero que ha de elegir. Además, se parte de la base de que con comportamientos individuales no es posible solucionar problemas colectivos, y en este punto es donde resulta más fácilmente detectable la evolución de Penn. El segundo plano es el del comportamiento afectivo, y aquí la postura de Penn resulta notablemente equívoca. Los personajes de Penn, son seres a la eterna búsqueda de estabilidad sentimental. La relación paterna y la estabilidad sexual parecen ser para Penn las condiciones ineludibles para alcanzar esa estabilidad. Pero mientras Penn simpatiza con los hippies por su ruptura total con el mundo, por otro lado, de todas sus películas, parece deducirse que fuera de la célula familiar no se puede lograr estabilidad emocional.

Fuente: Cuaderno del Cineclub Universitario / Aula de Cine.