El jovencito Frankenstein (1974)

Área de Cine y Audiovisual / Cátedra Federico García Lorca

Introducción

Con El jovencito Frankenstein (1974) la Cátedra Federico García Lorca y el Cine Club Universitario / Aula de Cine de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada finalizan el ciclo “La criatura ante su creador”. Frankenstein en el cine, conmemorando el bicentenario de la novela de Mary Shelley. Será el 28 de Noviembre de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Entrada libre hasta completar aforo. Versión original en inglés con subtítulos en español.

Compendio de situaciones y elementos de producciones anteriores

Brooks y Wilder emplean en su guión situaciones y elementos de las tres primeras producciones Universal del ciclo, El doctor Frankenstein (1931) y La novia de Frankenstein (1935), de Whale, y La sombra de Frankenstein (1939) de Rowland V. Lee, aunque la inspiración se alarga, en tono más que en momentos concretos, hasta la cuarta entrega, The Ghost of Frankenstein (Erle C. Kenton, 1942), y las películas que mezclaron a los diversos monstruos en plena decadencia del género, al menos por lo que atañe al periodo Universal. El robo del cerebro es idéntico al de la primera película, aunque aquí Igor es consciente del nombre que aparece en el recipiente de cristal, Abnormal (anormal), aunque él piensa que se trata de un tipo llamado Ab Normal. La secuencia en casa del ciego (un Gene Hackman de incógnito) procede de La novia de Frankenstein, pero con un nuevo matiz: El hombre cree que la criatura es muda. Casi todo lo relacionado con el inspector Kemp (Kenneth Mars) deriva del inspector Krogh de La sombra de Frankenstein: El porte prusiano, el brazo articulado, los dardos que se clava en dicho brazo cuando juega la partida con Frederick. La secuencia de la criatura con la niña, procedente de El doctor Frankenstein, acontece en un pozo en vez de un lago, pese a que termina sin sangre y con un vuelo de la pequeña que atraviesa la ventana de su casa y termina en la cama tras ser propulsada por el monstruo. La rebelión del pueblo contra el descendiente del primer doctor Frankenstein tiene más que ver con la tercera película del ciclo que con la primera, mientras que el secuestro de Elizabeth (y la concepción escénica de su dormitorio) está sacada directamente de El doctor Frankenstein, aunque las mechas y el voluminoso y erecto peinado que luce Elizabeth al final son un guiño a la Elsa Lanchester de La novia de Frankenstein y el producto literal del intenso éxtasis sexual que la joven ha experimentado en su encuentro carnal con el monstruo. Quizás el film inaugural de Whale no hubiera dado por sí solo para una parodia, pero Brooks y Wilder combinan hábilmente aspectos de tres películas diferentes hasta otorgar un tono bastante orgánico a su propuesta.

Elementos de cosecha propia

Por supuesto, hay elementos de su cosecha particular, unos de humor más grueso (la comparación entre los pechos de Inga y las grandes aldabas de las puertas del castillo) y otros mucho más ingeniosos: La joroba cambiante de Igor, el candelabro con las velas apagadas que utiliza Frau Blücher para subir por las escaleras a oscuras, la obstinación de Frederick en que le llamen Fronkonsteen y no Frankenstein, y el famoso gag de los caballos que relinchan asustados cada vez que alguien pronuncia el nombre de Frau Blüchen. En otro detalle interesante que remite a las interpretaciones sociales generadas por algunas novelas góticas y relatos vampíricos, el pueblo se alía con la policía (el inspector Kemp) para derrocar el orden burgués de los Frankenstein del mismo modo que, en Drácula, el pueblo y la burguesía (representada por Van Helsing) establecían una interesada alianza para derrotar al señor feudal. En El jovencito Frankenstein lo interesante, y divertido, es de qué manera se hace realidad física esa alianza; los aldeanos utilizan como ariete a Kemp y su brazo mecánico para derribar las puertas del castillo y del laboratorio.

Cierre: Una logradísima parodia

El jovencito Frankenstein no solo es una divertida comedia, sino también, y por encima de todo, una logradísima parodia del ciclo Frankenstein de Universal Pictures, llevada a cabo con solvencia y un enorme conocimiento de causa. La película es uno de los exponentes más rotundos del tipo de humor paródico que define el cine de Mel Brooks, Porque además de parodia, El jovencito Frankenstein es un excelente ejercicio de restitución estética, casi manierista, y, por lo tanto, una película (cómica) bastante más respetuosa de lo que parece a primera vista en relación al material popular que toma prestado para dinamitarlo mediante el característico humor de Brooks, extraña ecuación entre lo grosero, lo grotesco y lo imaginativo.

No es solo la restitución del cine de terror de la Universal en la década de los treinta a través del trabajo fotográfico muy cuidado de Gerarld Hirschfeld y el diseño de producción bastante estilizado de Dale Hennessy, incluso la reproducción mimética del laboratorio donde Henry Frankenstein daba vida a su criatura en la primera película de James Whale. Es también la concepción de encuadres en espacioso plano general como el de Frederick Frankenstein (Gene Wilder) y su asistenta Inga (Teri Garr) desayunando en el salón del castillo frente a un gran ventanal, la aparición fulgurante de los rostros en primer plano detrás de rendijas y ventanas y, sobre todo, la visión panorámica que Brooks efectúa del género fantástico, gótico y criminal en su máxima extensión, más allá del propio mito de Frankenstein. La coctelera de Brooks siempre fue amplia, pero nunca mezcló mejor sus variopintos ingredientes que en El jovencito Frankenstein.

Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario / Aula de Cine.

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