El Doctor Frankenstein (1931)

Área de Cine y Audiovisual

Introducción

Con El Doctor Frankenstein (1931), el Cine Club Universitario / Aula de Cine de La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea de la Universidad de Granada, inicia el ciclo “La criatura ante su creador”. Frankenstein en el cine, conmemorando el bicentenario de la novela de Mary Shelley. Será a partir del 14 de Noviembre de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario (Antigua Facultad de Medicina en Av. de Madrid). Entrada libre hasta completar aforo. La película se proyectará en versión original en inglés con subtítulos en español.

Las fuentes de inspiración

Producida por Universal Pictures y dirigida por el británico James Whale, El doctor Frankenstein, primera adaptación sonora de la novela de Mary Shelley, es un clásico del cine fantástico lleno de cuantiosos aciertos a pesar de su más que notable infidelidad a la trama del original literario. El doctor Frankenstein adoptó la misma fórmula de Drácula; esto es, inspirarse no tanto en una novela famosa, la de Mary Shelley en este caso, como en su adaptación teatral, “Frankenstein”, de Peggy Webling, estrenada en 1927.

Los 4 ingleses

El doctor Frankenstein, comenzó a rodarse a finales de agosto del 31 con un equipo de artistas excelente y bien conjuntado en el que curiosamente destacan cuatro ingleses. Uno, el director James Whale, un estilista refinado con buen ojo para la composición y los primeros planos que venía de realizar El puente de Waterloo (Waterloo Bridge, 1931) y en adelante se consagraría como maestro del cine fantástico: El caserón de las sombras (The Old Dark House, 1932), El hombre invisible (The Invisible Man, 1933) y La novia de Frankenstein (The Bride of Frankenstein, 1935) son las otras perlas de su corona. Otro, el actor y galán Colin Clive, en la piel de Henry (que no Víctor) Frankenstein, el científico que reta a Dios y a la Madre Naturaleza, a la vez malvado en su ciega obstinación y humano en su arrepentimiento tras haber expandido el mal. Otro más, Charles D. Hall, uno de los grandes decoradores del séptimo arte, cuya entente con el director de fotografía Arthur Edeson revirtió en la poderosa, mágica fascinación que destilan las imágenes de la película.

El cuarto inglés es William Henry Pratt, en arte Boris Karloff, un actor secundario con ya más de setenta películas en el buche desde 1919. Karloff encarnó a la criatura de Frankenstein cuando Lugosi lo rechazó al carecer el personaje de diálogos, aunque años más tarde lo interpretó en Frankenstein y el hombre lobo (Frankenstein Meets the Wolf Man, Roy William Neill, 1943). Karloff entró en El doctor Frankenstein siendo un perfecto desconocido y salió de la obra como una gran estrella del terror; un mito instantáneo. Karloff logró extraer de su máscara patética registros gestuales memorables llamados a infundir a un tiempo pánico y piedad: Brazos agitados y nerviosos ante la amenaza del fuego de las antorchas (premonición de su fatal desenlace ardiendo en el viejo molino), manos temblorosas con las palmas boca arriba en sus momentos de debilidad y desvarío mental y andares toscos y renqueantes, tal que un bebé gigante dando sus primeros pasos.

Cierre: La escena más recordada

La escena más recordada de la película, una alquímica fusión de horror y poesía, es sin duda alguna la del lago donde el monstruo ahoga a una niña tras haber jugado con ella, ambos de rodillas en la hierba, a lanzar flores al agua. Aunque ya las copias hace años la han recuperado en su integridad, en su día esa escena fue recortada, haciendo desaparecer el plano de la criatura arrojando a la niña al lago. Ninguna elipsis censora, en cambio, nos ahorró el largo travelling del padre llevando en brazos el cuerpo sin vida de su hijita por las calles de la aldea en que se celebra la fiesta, escena bastante más cruda, más cruel que la del lago.

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