EL CENTENARIO DE KIRK DOUGLAS

Área de Cine y Audiovisual

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Presentación

   Contenido relacionado con el ciclo “Recuerda (I): Grandes películas olvidadas de la Historia del Cine”, del Cine Club Universitario / Aula de Cine, que, en conmemoración del centenario del nacimiento de Kirk Douglas, proyecta mañana la película «Un extraño en mi vida (1960)«, a las 21:00 horas, en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias. El Precio normal de la entrada son 2 €; precio con carnet del Cineclub, 1,50 € y abono 10 sesiones, 9 €.

Personalidad de Kirk Douglas

Entre los muchos actores surgidos en el cine norteamericano recién acabada la segunda contienda mundial, pocos aseguraron la continuidad de su carrera con tanta contundencia y éxito arrollador como KIRK DOUGLAS. Su vitalidad a toda prueba, su extraordinaria fuerza interpretativa y su acusada naturaleza combativa, que confiere autenticidad a las numerosas situaciones violentas que son frecuentes en sus películas, lo convirtieron enseguida en una de las más rutilantes estrellas de la postguerra. Destaca en Kirk Douglas su conocida postura de honestidad artística, que le ha llevado siempre a responsabilizarse a fondo con su actividad interpretativa, a la que el actor considera como un medio intelectual de mantenerse coherente con su forma de pensar.

Resumen de su trayectoria artística

k-doug    Isur Danielovitch Demsky, verdadero nombre del actor, nació el 9 de diciembre de 1916 en Amsterdam, pequeña ciudad industrial del estado de Nueva York próxima a Albany. Los primeros contactos de Izzy con el teatro tuvieron lugar durante su estancia en la Wilbur Lynch High School, en donde la profesora Louise Livingston le tomó bajo su protección y le inició en la poesía y el arte dramático. Se trasladó a Nueva York, donde, gracias a su perseverancia y poder de persuasión, logró ser admitido en la American Academy of Dramatic Arts. Por aquella época adoptó su definitivo nombre profesional: Douglas, por su admirado Fairbanks, y Kirksimplemente porque suena moderno”. En 1941, acabados sus estudios, Kirk debutó en Broadway con “Spring again”.

   Kirk consiguió su primera gran oportunidad al sustituir a Richard Widmark en la comedia “Kiss and tell”. El sueño de Kirk continuaba siendo el teatro, donde esperaba consagrarse como estrella. Sin embargo, una imprevista oferta de Hollywood trastocó todos sus planes. “Hall B. Wallis me dijo que le gustaría hacerme una prueba, lo cual me asustó porque nunca había pensado en la posibilidad de trabajar en el cine”. Cuando su última obra se suspendió por falta de público, se presentó en las oficinas de la Paramount.

el_dolo_de_barro-190104912-large   Su papel, un boxeador cínico y sin escrúpulos, en  El ídolo de barro (Champion, Mark Robson, 1950), fue un éxito inesperado –y su primera candidatura al Oscar como actor principal- que hizo que los grandes estudios le ofrecieran tentadores contratos, siendo Warner el ganador. El film, además, le proporcionó el ingrediente primordial que luego conformaría su imagen: el acusado masoquismo de sus mejores caracterizaciones. Al igual que Marlon Brando, Douglas gustó en sus películas de humillaciones y brutales correctivos, tal vez para contrarrestar un poco la desmedida prepotencia y la desbordante energía de sus personajes más habituales. Los papeles que en lo sucesivo el actor encarnará en la pantalla responderán a este talante y labrarán su fama de sufrido, esforzado y agresivo luchador. Su siguiente demostración de esto será como músico de jazz alcoholizado en la notable El trompetista (Young man with a horn, Michael Curtiz, 1950).

the_vikings    Es el inicio de su gran década, la de los 50, la de su consagración absoluta, que se extenderá hasta bien entrados los 60. A estos años corresponden joyas del cine, films que oscilan entre lo magistral y lo soberbio, y en géneros tan variados como el western, el cine negro, el cine de aventuras, el drama histórico, el cine bélico o el melodrama, como por ejemplo Camino de la horca (Along the Great Divide, Raoul Walsh, 1951), El gran carnaval (Ace in the hole, Billy Wilder, 1951), Brigada 21 (Detective story, William Wyler,1951), Río de sangre (The big sky, Howard Hawks, 1952), Cautivos del mal (The bad and the beautiful, Vincente Minnelli, 1952) -su segunda candidatura-, Hombres olvidados (The juggler, Edward Dmytryk, 1953), Ulises (Ulisse, Mario Camerini, 1954), 20.000 leguas de viaje submarino (20.000 leagues under the sea, Richard Fleischer, 1954), La pradera sin ley (Man without a star, King Vidor, 1955), El loco del pelo rojo (Lust for life, Vincente Minnelli, 1956) -tercera y última candidatura-, Duelo de titanes (Gunfight at O.K. Corral, John Sturges, 1957), Senderos de gloria (Paths of Glory, Stanley Kubrick, 1957), Los vikingos (The vikings, Richard Fleischer, 1958) y El último tren de Gun Hill (Last train from Gun Hill, John Sturges, 1959). Es también en esta década, en concreto en 1955, cuando creará su propia productora llamada Bryna en honor a su madre, con la que producirá Senderos de gloria o El último tren de Gun Hill.

ccu-ciclo-oct-nov16    Precisamente los años 60 se abren para Douglas con dos producciones Bryna: el extraordinario melodrama UN EXTRAÑO EN MI VIDA (Strangers when we meet, Richard Quine, 1960), y uno de sus films más emblemáticos, la magistral Espartaco (Spartacus, Stanley Kubrick & Anthony Mann, 1960). Dos westerns tan extraños como admirables, El último atardecer (The last sunset, Robert Aldrich, 1961) y LOS VALIENTES ANDAN SOLOS (Lonely are the brave, David Miller, 1962) -su película favorita-; la excelente continuación de Cautivos del mal, Dos semanas en otra ciudad (Two weeks in another town, Vincente Minnelli, 1962); el magistral thriller conspirativo Siete días de mayo (Seven days in may, John Frankenheimer, 1964); dos notabilísimos relatos bélicos, Primera victoria (In harm’s way, Otto Preminger, 1965) y Los héroes de Telemark (The heroes of Telemark, Anthony Mann, 1965) y el soberbio y arriesgado drama, El compromiso (The arrangement, Elia Kazan, 1969) son una buena muestra de su nivel en esta década.

   Con los años 70 y los cambios que se llevan produciendo en Hollywood, su carrera, como la de tantas estrellas de su generación, comienza un lento e inexsorable declive. Destacar la que quizás sea su última gran interpretación, en el magistral y corrosivo western El día de los tramposos (There was a crooked man…, Joseph L. Mankiewicz, 1970), seguido por su gran actuación en la sobresaliente La furia (The fury, 1978) -la primera de sus dos películas con uno de los jóvenes genios del “Nuevo Hollywood”, el gran Brian De Palma; la otra es Una familia de locos (Home movies, 1979)-.

   Los 80 pasan para Douglas entre films y telefilms de escasa calidad y trascendencia. Vuelve al cine en 1999 con la funcional comedia Diamonds (id., John Asher) y protagoniza junto a su hijo Michael el insulso melodrama Cosas de familia (It runs in the family, Fred Schepisi, 2003). Premiado con el Oso de Oro honorífico del Festival de Berlín en 2001, su último trabajo data de 2008, en el curioso telefilm franco-australiano que homenajea a la edad de oro del cine negro norteamericano, Los asesinatos del Empire State (Meurtres à l’Empire State Building, William Karel).

   Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario / Aula de Cine