El aventurero de medianoche (1982)

Área de Cine y Audiovisual

Clint Eastwood Director. -Nos gusta mucho EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE, y nos sorprende que no haya tenido éxito. ¿Cómo es eso?
-No sé, a mí me gusta mucho esa película. No pensé que fuese a tener un gran éxito comercial ni que compitiese con grandes producciones, pero me gustaba la historia. Me parecía que mostraba una cierta América, un momento interesante de su historia, y que el personaje era interesante también. Pero no sé por qué la película no tuvo más éxito.

-Quizás la Warner, como los demás grandes estudios, no está preparada para estrenar películas que se salen de los caminos habituales.
-Yo puedo resultar un inconveniente para una película. El seductor no hubiese sido tal vez comercial nunca, pero más hubiera valido que un actor desconocido estuviese en mi lugar. Porque la gente -desde los encargados de la distribución hasta el público- tienen tendencia a esperar de mí un tipo determinado de diversión que no encontraron en esa película. Quizás ocurra lo mismo con EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE; si la hubiese interpretado un actor desconocido el público la hubiera aceptado más fácilmente. Por otro lado, cuando me apetece hacer una película, la hago. Quién sabe si EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE o El seductor hubieran visto la luz sin alguien como yo a quien no le importa el éxito a cualquier precio.

Alberto Pezzotta, Clint Eastwood, col. Signo e Imagen/Cineastas, nº 31, Cátedra, 1997.

Nicolas Saada, El cine americano actual: conversaciones con cineastas, Cahiers du Cinéma/Ed.JC, 1995.

 

Presentación y Análisis

   EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE debe mucho a una película como Bronco Billy (Clint Eastwood, 1980). Ambos son westerns crepusculares, ambientados en una época en que los automóviles han sustituido a los caballos y en la que la narración de ese ir y venir por el mundo norteamericano de provincias está impregnada de un tono picaresco. El joven Whit se alimenta de sueños de gloria como Bronco: Se inspira en el cartel de un western de serie B para liberar a su tío. También el abuelo, que filosofa (“Nosotros no íbamos en busca de un trozo de tierra, íbamos en busca de un sueño”) recordando con nostalgia la gran carrera por conseguir concesiones en los antiguos territorios de los cherokees, es un personaje que habría podido encontrarse en el clan de Bronco. Pero la insistencia ilustrativa con la que Eastwood pone en boca del personaje esa filosofía introduce un apunte nuevo y crítico, que anticipa uno de los temas de Sin perdón. Voluntariamente o no, Eastwood recuerda la violencia sobre la que se basa el sueño americano: El abuelo idealista y los otros colonos compiten, en 1893, por la tierra expropiada a los nativos. El mito americano tiene unos cimientos oscuros: pero quien lo ha vivido se lo entrega a sus nietos transformado en leyenda, esa misma leyenda que nutre la fantasía de los inocentes que aman el western.

Es la generación intermedia, la de Stovall, la que se aparta del culto al pasado y de los ideales. Stovall no teoriza sobre su arte y es un mal maestro: LLeva a su sobrino a burdeles y a locales reservados a los negros, le enseña a robar gallinas, a engañar a la policía y a hacerse respetar. Stovall vive en un presente sin perspectivas, incluso cuando graba las canciones que lo harán célebre después de la muerte. Es el destructor de su propia leyenda, alguien que lleva los mitos a una dimensión prosaica. Por otra parte Stovall es el único que se enfrenta al mundo moderno, donde la música se ha convertido en una mercancía que se puede reproducir técnicamente. Las secuencias en la sala de grabación quitan a la música de Stovall su aura maldita, que derivaba del hecho de que fuera ejecutada en tugurios llenos de humo, e introducen como contrapartida una mayor sensación de frialdad. Debe luchar no sólo contra su propia enfermedad, sino también con la máquina, que exige grabar una canción de un tirón, sin pausas. Si Eastwood pretendía representar el destino de esclavitud del artista americano, no podía hacerlo de modo más lúcido que en estas secuencias fúnebres y asépticas, en las que Stovall se exhibe detrás de un cristal, como en una jaula.

El Eastwood de EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE es huraño pero locuaz, cerrado pero desenvuelto, y en él quizá esté presente el recuerdo del personaje de UN BOTÍN DE 500.000 DÓLARES (Thunderbolt and Lightfoot, Michael Cimino, 1974). Después de haber grabado algunas piezas para la banda sonora de La gran pelea (Any which way you can, Buddy Van Horn, 1981) y de Bronco Billy, Eastwood se exhibe también como cantante, y no da muestras de pudor: Su voz forzada y algo ronca resulta muy expresiva al carecer del énfasis y de la melosidad de los cantantes country. Su hijo Kyle, que actúa a su lado, es francamente rígido. Pero su inexpresividad se hace afín al infantilismo del personaje, que salta de un mundo patriarcal hacia horizontes de libertad.

Ficha Técnica

  • Año.- 1982.
  • Duración.- 122  minutos.
  • País.- EE.UU.
  • Género.- Comedia. Drama.
  • Título Original.- Honkytonk man.
  • Director.- Clint Eastwood.
  • Argumento.- La novela homónima (1980) de Clancy Carlile.
  • Guión.- Clancy Carlile.
  • Fotografía.- Bruce Surtees (Technicolor).
  • Montaje.- Ferris Webster, Joel Cox y Michael Kelly.
  • Música.- Steve Dorff.
  • Productor.- Clint Eastwood.
  • Producción.- Malpaso Productions para Warner Bross.
  • Intérpretes.- Clint Eastwood (Red Stovall), Kyle Eastwood (Whit), John McIntire (el abuelo), Alexa Kenin (Marlene), Verna Bloom (Emmy), Matt Clark (Virgil), Barry Corbin (Arnspringer), Jerry Hardin (Snuffy), Joe Regalbuto (Henry Axle), Macon McCalman (dr. Hines), Gary Grubbs (Jim Bob).

Curiosidades

  • Red Stovall es un personaje nuevo en el cine de Eastwood: Es el epítome del artista americano genial (o al menos genuino), pero entregado a la autodestrucción. Stovall es de la misma raza de hombres que Ernest Hemingway y Errol Flynn. Sin embargo Eastwood no lo describe con una aureola romántica. Su fracaso se debe a la testarudez y al individualismo más que a algún tormento interior o a la condena del destino. No se derraman lágrimas por su muerte, ni la película la acompaña con explosiones orquestales melodramáticas: Bastan unos pocos planos fijos y silenciosos, hasta que la banda sonora interviene -por primera y única vez en toda la película- con unas notas sueltas de armónica. Incluso cuando Stovall sufre una crisis mientras está grabando “Honkytonk Man”, la narración evita hacer hincapié en ello de forma patética; la imagen de Stovall, que aparece de espaldas, hecho un ovillo y tosiendo, muestra su sufrimiento y su vergüenza mejor que cualquier primer plano.
  • Con mayor empeño que El fuera de la ley, EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE difumina todo lo que pueda quedar de heroico y de legendario en su protagonista mediante un realismo minucioso. La reconstrucción de la América rural durante los años de la depresión hace referencia figurativamente a LAS UVAS DE LA IRA (The grapes of wrath, John Ford, 1940), pero muestra una distancia crítica que hace pensar también en Ladrones como nosotros (Thieves like us, Robert Altman, 1974). Eastwood describe un mundo sin esperanza, poblado por hombres embrutecidos a causa del trabajo y de la miseria como en las fotografías de Walker Evans: Una América puritana y bienpensante, que divulga canciones en las que no se mencionan bebidas alcohólicas (cerveza incluida) ni músicas como el ‘boogie woogie’.
  • Donde brilla a gran altura EL AVENTURERO DE MEDIANOCHE es en el inteligente paralelismo que sabe establecer entre determinados momentos cruciales del relato y el empleo de la música como contrapunto vital y emocional: Cuando Whit se desvirga con una puta que le ha pagado su tío Red, vemos a este último, en montaje paralelo, tocar una pieza al piano, mientras le está esperando; y, en la dramática grabación final en el estudio de sus canciones, a veinte dólares el tema y sin derechos de autor, cuando Red, aquejado de un ataque de tos, se ve incapaz de terminar de cantar su canción más emblemática, “Honkytonk Man”, teniendo que hacerlo en su lugar el cantante suplente, el personaje sabe a ciencia que aquello es el fin, que ya ha muerto antes de que la enfermedad acabe con él.

   Fuente: Cuaderno del Cine Club Universitario. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad de Granada.