BANDERAS DE NUESTROS PADRES (2006)

Área de Cine y Audiovisual

Presentación

El viernes, 6 de abril de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, el Cineclub Universitario / Aula de Cine inicia el ciclo Maestros del Cine Contemporáneo (VI): CLINT EASTWOOD (y 4ª parte) con la película Banderas de nuestros padres (2006). En versión original con subtítulos en español. Entrada libre hasta completar aforo.

Uno de los proyectos más ambiciosos de Clint Eastwood: El díptico de Iwo Jima

Probablemente uno de los más ambiciosos proyectos llevados a cabo por Clint Eastwood como realizador sea lo que podríamos denominar el díptico de Iwo Jima, formado por Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima. La primera es una adaptación del libro de James Bradley y Ron PowersFlags of Our Fathers: Heroes of Iwo Jima”, que narra los singulares hechos protagonizados por el grupo de soldados que, supuestamente, clavaron la bandera de los Estados Unidos en lo más alto de la isla de Iwo Jima, donde tuvo lugar una de las batallas más importantes de la guerra del Pacífico; mientras que la segunda surgió, mientras Eastwood todavía estaba dirigiendo Banderas de nuestros padres, a raíz del conocimiento de la existencia de “Pictures Letters from Commander in Chief”, una recopilación de cartas escritas por el general Tadamichi Kuribayashi, oficial japonés a cargo de la defensa de Iwo Jima, que se erigía en un valioso documento de primera mano sobre la misma batalla desde el punto de vista nipón. El buen entendimiento entre Eastwood y el coproductor de Banderas de nuestros padres, Steven Spielberg le permitió poner en marcha la producción y el rodaje de Cartas desde Iwo Jima de forma consecutiva, de ahí que ambos films se estrenaran dentro del mismo año con apenas algunos meses de diferencia.

Una escandalosa manipulación histórica

El film ofrece una de las construcciones narrativas más bellas e intrincadas de toda la filmografía de su autor, la cual además guarda una absoluta coherencia con el planteamiento, intenciones y sentido del relato, La trama gira alrededor de una escandalosa manipulación histórica, en la cual participaron, o se vieron obligados a hacerla, tres soldados que habían combatido en Iwo Jima: El enfermero John “Doc” Bradley (Ryan Phillippe), Rene Gagnon (Jesse Bradford) y el piel roja Ira Hayes (Adam Beach). Una vez las tropas norteamericanas arrebataron a los japoneses el punto más alto de la isla, el monte Suribachi, un grupo de soldados izó una primera bandera de las barras y estrellas; pero como esta última era demasiado pequeña y no se veía bien a lo lejos, los oficiales ordenaron a un segundo grupo de soldados, que no habían participado en la conquista del Suribachi, que quitaran la primera bandera y colocaran en su lugar otra más grande; la colocación de esa segunda bandera fue la que quedaría inmortalizada en una famosa foto que daría la vuelta al mundo como símbolo de la victoria norteamericana en Iwo Jima; y tres de los seis soldados que la colocaron, Bradley, Gagnon y Hayes (los otros tres habían muerto en combate), participaron en una gira de compra de bonos de guerra por todos los Estados Unídos, donde eran presentados, falsamente, como “los héroes de Iwo Jima”.

Saltos en el tiempo

Sin embargo, Banderas de nuestros padres no desarrolla esta trama de forma lineal, ya que el relato arranca en la actualidad, coincidiendo con la enfermedad que sufre un ya anciano Bradley (George Grizzard) y la investigación que lleva a cabo su hijo James (Thomas McCarthy) sobre lo ocurrido en Iwo Jima. Paralelamente, el film va mostrando en sucesivos flashbacks los recuerdos tanto de Bradley padre como de algunos veteranos de guerra de la generación de este último entrevistados por Bradley hijo, pero sin seguir tampoco un orden lineal. El núcleo del pasado que atormenta a Bradley padre gira alrededor de una escena muy concreta: Primero le vemos, de joven, en un nocturno campo de batalla de Iwo Jima, llevando a cabo su labor como enfermero, corriendo de trinchera en trinchera, esquivando las balas e incluso teniendo que matar a un soldado japonés con su bayoneta mientras intenta curar a un compañero; más tarde, le vemos a él, a Gagnon y a Hayes subiendo una colina; la cámara les encuadra de espaldas, acompañando su ascensión con un movimiento de grúa mientras se va abriendo más y más la imagen, hasta detenerse en un extraordinario plano general que nos revela que los soldados no están en Iwo Jima, sino encima de una colina artificial en medio de un estadio deportivo, siendo ovacionados por el público que abarrota el lugar y bajo una lluvia de fuegos artificiales. Esos saltos en el tiempo se van repitiendo con cada vez mayor frecuencia, partiendo por lo general de imágenes previas que desencadenan el recuerdo; hay ocasiones en las que esas transiciones son desde el pasado y, a medida que se van haciendo más frecuentes, también se van aclarando las circunstancias de lo que realmente ocurrió en Iwo Jima y vamos asistiendo a las sucesiva muertes de los compañeros de los tres soldados supervivienes: El sargento Strank (Barry Pepper), Iggy (Jamie Bell), Hansen (Paul Walker)… Si hasta ese momento Eastwood y sus guionistas escamotean cuál fue el trágico destino de los compañeros de Bradley, Gagnon y Hayes, ello es porque de este modo resultan más patentes los remordimientos que se van apoderando de los tres a medida que la gira de recolección de bonos va alcanzando su apogeo. Asimismo, esa revelación corre paralela al proceso de descubrimiento de esos hechos del pasado por parte de Bradley hijo.

Cierre

Banderas de nuestros padres carecería de su fuerza y sentido dramático si estuviese desarrollada linealmente. Una buena prueba de ello reside en la visualización del patético destino final del único soldado que harto del montaje, decidió abandonarlo, aún a costa de perderlo todo, incluso la vida: Hayes, cuyo cadáver apareció tirado en un gallinero en circunstancias misteriosas. Banderas de nuestros padres es, además de una excelente película de combate, una sombría digresión sobre el heroísmo en todas sus acepciones, el real y el fingido, el popular y el anónimo.

Fuente: Cuaderno del Cineclub Universitario / Aula de Cine.

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