TWO LOVERS (2008)

Área de Cine y Audiovisual

“(…) el título de TWO LOVERS es mi homenaje al neorrealismo italiano, un título muy simple, en bruto. Los años 1945/1970, en Italia, son mi período preferido del cine, de Rossellini a Visconti, Fellini (mi cineasta preferido), Rosi, Bellocchio, las tres cintas de Lina Wertmüller… Fellini es verdaderamente el mejor. ¡Hay tanta ternura, amor y pasión por la vida en sus películas!

“(…) TWO LOVERS nació con el descubrimiento de ‘Anna Karenina’. De Tolstoi pasé a Dostoievski, al que había leído mucho en la universidad. Volví a leer alguna de sus novelas, entre ellas Noches blancas, adaptada al cine por Visconti, que cambió un poco la idea, lo que no quiere decir que no me guste su film. Marcello Mastroianni interpreta a un tipo que vive solo, pero no es un perdedor: es Mastroianni… Yo quería hacer una adaptación más cercana a Dostoievski. Hoy existen términos psicológicos para describir los males de sus personajes: bipolares, maniaco depresivos… Estarían bajo tratamiento. En cierto sentido, he querido hacer una actualización de ‘Noches blancas’. Muy inteligentemente, Visconti hizo de la novela un pretexto para desarrollar una experimentación formal en Cinecittá: reprodujo toda la ciudad en un plató. Se convirtió en algo teatral. Yo no podía hacer lo mismo, por eso decidí partir del esquema de una comedia romántica para ir hacia una mayor honestidad emocional. Tenía ganas de hacer una película en la que todas las emociones fueran válidas: no existe un distanciamiento entre la película y usted. Creo, o más bien sé, que algo así perturba a más de uno. Lo sé. Resulta muy difícil hacer una película en la que alguien diga “Te quiero” y lo piense (…)”.

James Gray

Presentación

El viernes, 11 de mayo de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, el Cineclub Universitario / Aula de Cine proyecta Two lovers (2008). Película integrada en el ciclo «Cineastas del siglo XXI (III): James Gray«, en versión original con subtítulos en español. Entrada libre hasta completar aforo.

Del cuento moral a la afirmación de lo trágico

De forma aparente nos hallamos ante una comedia romántica que retoma el dilema de un hombre ante la tentación del riesgo amoroso y la promesa de una calma plácida. Sin embargo, James Gray decide dar una curiosa vuelta de tuerca al esquema y va del cuento moral hacia la afirmación de lo trágico. Leonard (Joaquin Phoenix) se afirma como un joven melancólico, con todo lo que supone la aceptación de la melancolía en un mundo del que ésta ha sido expulsado. Al inicio, se encuentra al borde de un suicidio provocado por amor. La vieja herida lo convierte en un ser solitario, atrapado en un enfermizo entorno familiar que pretende calmar las tensiones de su alma. Una mujer, diseñada por su familia como la esposa ideal, surge para ofrecerle esa estabilidad capaz de aplacar la tensión. En un momento dado, se cruza con otra mujer espectral, fantasmagórica, que contempla desde la ventana de su casa. Con ella compartirá secretos y emociones, y con ella sublimará la fuerza de su deseo. La mujer posee una apariencia nocturna, pero en el fondo es un ser diurno, pues está atrapada en la aparente seguridad de su relación con otro hombre.

James Gray nos recuerda que el incumplimiento del deseo siempre desemboca en lo trágico y que la promesa de seguridad familiar no esconde más que la afirmación de un tenso juego de apariencias entre lo que pretendimos ser y lo que hemos acabado siendo. No es ninguna casualidad que esta película se inspire en un texto corto de Dostoievski titulado ‘Noches blancas’. En su cuento, Dostoievski nos relata la historia de un soñador atrapado en su soledad que encuentra una mujer espectral frente a la que siente un deseo irrefrenable de confesarse, pero con la que nunca puede llegar a desarrollar un proyecto vital. Ella está atrapada por la seguridad que le ofrece el matrimonio.

La ligereza de la contingencia y el peso del destino

Si Georges Steiner ya vaticinaba hace unas décadas “La muerte de la Tragedia”, en una de sus obras más conocidas, y Jean-Marie Domenach hablaba de “el fracaso de todo lo que daba consistencia a la tragedia: carácter, trascendencia y afirmación”, Two Lovers demuestra lo contrario. Y lo hace adaptando los factores esenciales del género al pensamiento y la estética cinematográfica contemporáneos. Ya no hay una dimensión trascendental o épica contra la que luchar ni tampoco ese fátum asfixiante proveniente del exterior. Pero, pese a ello, el personaje principal, Leonard, parece estar encerrado en su vida y ser incapaz de cambiar el rumbo que le imponen sus propias dudas. Una tragedia banal e insignificante donde el Destino se juega entre dos chicas y las fuerzas celestiales se limitan a ser incertidumbres amorosas. Pero una tragedia al fin y al cabo.

Gray filma el desamparo ante la falta total de elección. Quizás el reverso de la desaparición de la trascendencia o quizás únicamente la visión pervertida de la incapacidad del hombre contemporáneo de dar sentido a su total libertad. En todo caso, una problemática posmoderna donde la ligereza de la contingencia tiene el mismo valor (y el mismo rol) que el peso insoportable del destino.

Cierre

“(…) Para mí, el arte es un compromiso emocional completo.  (…) Tan sólo intentar contar, lo más sinceramente posible, la historia de personas que  creen que aman. Me burlo de los que creen que los diálogos son dignos de un culebrón… Para mí se trata de emociones auténticas. Y para volver sobre la apariencia, no quiero decir que me burle, evidentemente no lo hago, pero ésta debe estar al servicio de la emoción. Sabe, si Douglas Sirk hiciera películas hoy en día todo el mundo le encontraría ridículo. Sé que Fassbinder le adoraba, entre otras cosas, por su distancia, pero creo que es falso, a pesar de lo muy grande que sea el propio Fassbinder. ¡Sirk creía en ello! Creía en sus historias y en sus personajes, eso es lo que me conmueve y creo que eso es lo que perdura. Hice la película pensando en eso. En eso y en la idea de Lacan, según la cual el amor de alguien es siempre real para él, en la medida en que responde a una carencia en él mismo y en que es el resultado de una proyección (…)”.

James Gray

Fuente: Cuaderno del Cineclub Universitario / Aula de Cine.

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