Seven (1995)

Área de Cine y Audiovisual

«Cuando leí el guión de SEVEN me pareció que era una película más dentro del filón de películas sobre asesinos en serie o incluso de las películas con parejas de policías al modo de Hollywood. Era por tanto una película ‘de género’, que por ello me parecía mucho más fácil de abordar; simplemente quise hacerla de una forma más realista de lo que normalmente se suele plantear cuando Hollywood hace una película sobre este tipo de cosas. Yo no quería hacer una película convencional, de esas en que todo consiste en los policías persiguiendo al ‘malo’ y cogiéndolo al final. En realidad lo que pretendía SEVEN era encararse con la maldad en estado puro, donde perdía importancia el detalle de si iban a coger al asesino o no, o cómo actuaba la policía. Por ello pienso que para que SEVEN pudiese dar esa visión de la maldad tenía que tener ciertas cualidades en su textura, siendo eso lo más importante para mí. 

David Fincher

   «SEVEN es un estudio sobre el pecado. Pero también es una intriga criminal y un film de gran rigor formal. La noción de pecado conecta con el género y con sus cualidades estilísticas. La ficción criminal se vincula por definición a temas delictivos, pero la resonancia especifica del pecado en SEVEN es alcanzada por la singular inteligencia de las elecciones formales del film -estructurales, visuales, sonoras…-«.

    “SEVEN requiere ser vista en términos de pecado. Pero en sí mismo el título no es indicativo de ello. Los siete pecados capitales son sólo uno de los numerosos sietes que existen en la cultura Occidental: días de la creación, de la semana, virtudes cardinales, sacramentos cristianos, maravillas del mundo, pilares de la sabiduría, colores del arco iris; el Libro de las Revelaciones tiene alrededor de cincuenta grupos de sietes (incluyendo iglesias, candelabros, ángeles, trompetas) en su visión del Apocalipsis. Aunque SEVEN va más allá: las siete terrazas del purgatorio de Dante, una referencia a algo que lee el detective Somerset acerca de siete niños asesinados… Pese a ser un título tan sobrio, SEVEN evoca todas estas resonancias casi cósmicas.”

Antonio José Navarro

La terrible soledad y paranoia de la sociedad urbana moderna

La textura cinematográfica de SEVEN se muestra como una geografía abstracta, y al mismo tiempo como una tragedia humana construida con tal profusión de detalles que lleva la participación emocional del espectador hasta límites paroxísticos. No es únicamente la precisión dramática de los detalles de puesta en escena, como la atmosférica recreación de un entorno físico y anímico a la par, en todo momento deprimente y amenazador, sino la visualización de los más nihilistas pensamientos, de las emociones más angustiosas, de la más esperanzada búsqueda de la virtud. Absorbente tumulto de sensaciones las cuales se hallan conjuntadas por una sóla: el terror.

En SEVEN un espasmo desgarrador lo arrebata todo, de tal forma que es muy dificil intentar una síntesis, una consideración efectiva de sus oscuros valores. De cualquier modo, el terror provocado por la película, plano a plano, secuencia a secuencia, tiene unas raíces filosóficas de patente existencial. SEVEN cuenta con hiriente virulencia, con volcánica rudeza, la terrible soledad y paranoia que envuelve y domina a la sociedad urbana moderna. El espacio donde el materialismo ha ganado la partida al espíritu, donde la amoralidad y mezquindad más absolutas reinan sin que ello parezca preocupar a nadie. Tal vez por costumbre, por apatía, por sumisión a unas normas establecidas, las cuales, pese a no estar escritas, todo el mundo acepta y practica. SEVEN capta el furioso proceso de calcinación de lo humano: el tormento de vivir en un mundo carente de emociones, de ideas, de ilusiones. Sin embargo, dicha desertización del alma es contemplada a través de los ojos del más inhumano de los personajes, el asesino en serie John Doe -extraordinaria composición del actor Kevin Spacey-. De ahí emerge, probablemente, el mayor horror que recorre las imágenes de SEVEN: la mirada de un psicópata actuando como demiurgo de la ficción, como guía en este martirio transitorio.

SEVEN debe gran parte de sus excelencias al magnífico guión de Andrew Kevin Walker. Su equilibrada construcción narrativa exterioriza con fuerza el acerado nihilismo que la historia rezuma por todos sus poros, su enfermiza fascinación por el mal como fuerza catártica, gracias a relaciones humanas creíbles, intensas situaciones dramáticas y mordaces diálogos.

Ficha técnica

  • Año.- 1995
  • Duración.-  127 minutos.
  • País.- EE.UU.  
  • Género.- Thriller.
  • Título Original.- Seven.
  • Director.- David Fincher.
  • Guión.- Andrew Kevin Walker.
  • Fotografía.- Darius Khondji (Panavisión Super 35 – DeLuxe).
  • Montaje.- Richard Francis-Bruce.
  • Música.- Howard Shore.
  • Productor.- Arnold Kopelson y Phyllis Carlyle.
  • Producción.- Arnold Kopelson Productions para New Line Cinema.
  • Intérpretes.- Brad Pitt (detective David Mills), Morgan Freeman (detective William Somerset), Gwyneth Paltrow (Tracy Mills), Kevin Spacey (John Doe), Richard Roundtree (Talbot), R. Lee Ermey (el capitán), John C. McGinley (California), Julie Araskog (sra. Gould), Reginald E. Cathey (dr. Santiago), Peter Crombie (dr. O’Neill).
  • Sinopsis.- El veterano teniente Somerset (Morgan Freeman), del departamento de homicidios, está a punto de jubilarse y ser reemplazado por el ambicioso e impulsivo detective David Mills (Brad Pitt). Ambos tendrán que colaborar en la resolución de una serie de asesinatos cometidos por un psicópata que toma como base la relación de los siete pecados capitales: gula, pereza, soberbia, avaricia, envidia, lujuria e ira. Los cuerpos de las víctimas, sobre los que el asesino se ensaña de manera impúdica, se convertirán para los policías en un enigma que les obligará a viajar al horror y la barbarie más absoluta. (FILMAFFINITY)
  • Premios.-
    1995: Nominada al Oscar: Mejor montaje
    1995: Nominada Premios BAFTA: Mejor guión original
    1995: National Board of Review: Mejor actor de reparto (Kevin Spacey)
    1995: Círculo de críticos de nueva York: Mejor actor de reparto (Kevin Spacey)
    1995: Asociación de Críticos de Chicago: Mejor fotografía

Apuntes y Curiosidades

  • Como su propio nombre indica, John Doe (Juan Nadie) es el arquetípico hombre de la calle, uno de tantos individuos con el que podemos cruzarnos por la calle o compartir el asiento en el autobús… Su anonimato, empero, roza lo atroz -se arranca las yemas de los dedos para no dejar huellas digitales, se rapa la cabeza al cero…-, facilitándole una total impunidad para cometer sus crímenes. Pero, además, ello le vale para erigirse en una especie de conciencia sin entidad corpórea, eximiéndole de cualquier responsabilidad o culpa. John Doe, corroido y corrompido por el asco que siente hacia la sociedad, se anula como individuo para llevar a cabo ‘el mandato divino’ que le ha sido asignado. “Lo importante no soy yo, sino lo que hago, mi trabajo…”, exclama, “hacer que el pecado se vuelva contra el pecador”, concluye. Observando una estricta ética mal enraizada en el más intolerante puritanismo, John Doe mata para purificar el mundo. “Largo y escabroso es el camino que del infierno conduce a la luz”, deja escrito en el escenario del primer asesinato, al inicio de su ‘obra’. La cita de Milton y “El paraíso perdido”, concretamente, de su libro décimo -la condenación de Adán y Eva-, no es gratuita. Como tampoco lo es la tortuosa matanza emprendida, inspirada en el viaje de Dante desde los abismos del Averno hasta el cielo, según cuenta el poeta italiano en “La Divina Comedia”. Un itinerario jalonado por las siete terrazas infernales que corresponden a otros tantos pecados capitales: la avaricia, la pereza, la envidia, la ira, la soberbia, la gula y la lujuria. Siniestra pauta de actuación, espantoso ritual de sangre, que subraya la absoluta entrega de John Doe a su tétrica tarea. Paciente y meticuloso, sin perder jamás el control, actúa implacablemente convencido de que está haciendo lo correcto. Ironías del destino, quizá no sea un chiflado, como afirma con desprecio el detective Mills (Brad Pitt), sino un ser humano desesperado que pide ayuda desde el umbral que separa la locura de la razón.
  • Sólo una sociedad tan hipócrita como la nuestra es capaz de considerar inocentes a las personas que maté”, exclama John Doe, consciente de la retorcida paradoja que encierran sus palabras, mientras su mirada atormentada y atormentadora no puede esconder un gesto de amargura. Una estremecedora ambigüedad preside los actos de Doe; ambigüedad cuyos ecos se perciben en la personalidad del detective Somerset (Morgan Freeman), desencantado policía a punto de jubilarse, harto de toda la vileza que contempla cada día. Su astucia para interpretar las turbias implicaciones morales de los asesinatos, su precisa y estudiada ejecución, se asienta, efectivamente, en la íntima comprensión de John Doe. No en vano varios rasgos personales les aproximan: Someterset también es paciente y meticuloso en su trabajo, al cual lleva entregado demasiado tiempo. Se guía por un recto y escéptico código ético a la hora de ejercer como agente de policía -su look de gabardina y sombrero de ala ancha, al estilo de los héroes del cine negro, así lo delata-. Pero, a diferencia del asesino, Somerset no aborrece a la patética Humanidad que se convulsiona a su alrededor, sólo la compadece, sin dejarse arrastrar por sus emociones, como prueban sus lacónicas miradas, su gesto firme pero abatido. Por contra, su eventual compañero, el detective Mills, incapaz de dominar sus tempestuosos impulsos se verá superado por los acontecimientos. Ignorante de lo que verdaderamente está ocurriendo, Mills deviene una pieza fundamental en el abominable puzzle de sangre y muerte propuesto por John Doe.

   Fuentes: Cuaderno del Cine Club Universitario. La Madraza. Centro de Cultura Contemporánea. Vicerrectorado de Extensión Universitaria. Universidad de Granada.

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