EL SUEÑO DE ELLIS (2013)

Área de Cine y Audiovisual

“Pese a su negrura, esta película muestra un bello y sincero reconocimiento de nuestra humanidad -una verdadera compasión por las luchas que nos consumen a lo largo de nuestra vida-”

James Gray

Presentación

El martes, 15 de mayo de 2018, a las 21:00 horas, en la Sala Máxima del Espacio V Centenario, el Cineclub Universitario / Aula de Cine proyecta El sueño de Ellis (2013). Película con la que se finaliza el ciclo «Cineastas del siglo XXI (III): James Gray«, en versión original con subtítulos en español. Entrada libre hasta completar aforo.

Los temas de Gray

En esta película, Gray sigue ahondando en sus temas de predilección, como son la lucha entre la libertad individual y el destino, la guerra fratricida, la ambivalente (necesaria y/o enfermiza) relación con el núcleo familiar y el dicotómico enfrentamiento moral cuya frontera se divierte en desdibujar. El realizador teje de nuevo un drama en el que la protagonista, Ewa Cybulska, una inmigrante de origen polonés interpretada por Marion Cotillard, se ve envuelta en un torbellino de acontecimientos externos que parecen abocarla a padecer su vida más que a gobernarla. Como Joshua en Cuestión de sangre, que volverá a caer en un espiral de muerte y violencia de la que quería escapar, como Leo en La otra cara del crimen, cuyo intento de reintegración social le llevará de vuelta al camino de la delincuencia y la delación, como Bobby en La noche es nuestra, cuya huida del núcleo familiar acaba en un drama, como Leonard en Two Lovers, incapaz de liberarse del peso del entorno, Ewa se verá sumergida por una fuerza trágica contra la que luchará hasta el final. Algo que vemos desde la primera escena de la película en la que ella y su hermana Magda, interpretada por Angela Sarafyan, llegan a Ellis Island para acceder al sueño americano. Antes de hacerlo tienen que pasar el control médico. El azar, el destino, la mala suerte, los dados de la vida quieren que Magda esté enferma de tuberculosis y que los médicos decidan ponerla en cuarentena. La implacable cuchilla del destino ha vuelto a caer sobre un personaje de Gray.

De nuevo, como en todas sus películas, una fábula agridulce y ambigua sobre el sueño y la esencia americana.

El inmigrante como personificación de los personajes de Gray

Aunque sus obras estén basadas en la “amplitud del relato”, en esa especie de opera macroscópica en la que los personajes parecen fagocitados por los acontecimientos; Gray nunca se olvida de las vivencias más personales e íntimas de sus protagonistas. Por ello, el título original The Immigrant (El inmigrante), en tanto que fusión de personaje individual y de paradigma sociológico e histórico resulta mucho más acertado para su cine. En su total soledad ante un ambiente hostil y un paisaje completamente desconocido, decidido a lograr su objetivo pese a todas las barreras, obstáculos y dificultades que se le presenten, el inmigrante es la personificación de los personajes de Gray. O, por lo menos, de las fantasías de esos personajes. De alguna manera Leo, Joshua, Bobby y Leonard no han conseguido ser inmigrantes. Sueñan con serlo como lo fueron sus padres y sus abuelos. Pero se han quedado encerrados en una familia y comunidad que los absorbe, incapaces de alejarse de una espiral de sentimientos y destrucción que no les deja ser otra cosa que lo que quieren que sean. En este sentido, Ewa y Magda son el “negativo” de los demás. Han dejado atrás a su familia en Polonia y llegan a los Estados Unidos para conseguir ser lo que quieran ser, cumplir el sueño americano. La libertad está en la orilla.

Pero ¿de verdad está ahí? Como si de un cínico marionetista se tratase, Gray va a mostrarnos que no es tan fácil. Empezando por Magda que no llega ni a tocar la tierra prometida, encerrada en Ellis Island. Pero a Ewa no le va mucho mejor. Acusada de conducta inmoral durante la travesía, su futuro parece encontrarse entre rejas. Todo cambia con la llegada providencial de Bruno, una especie de director de cabaret/proxeneta interpretado por Joaquin Phoenix, que soborna al guardia para llevarse a la joven inmigrante. Ewa tendrá que decidir entonces si quiere hacer un pacto con el Diablo. Y cuánto está dispuesta a pagar para poder realizar su sueño e intentar liberar a su hermana. Como era previsible, el precio será elevado y Bruno, embaucado por un amor/deseo no correspondido, hará todo lo posible para controlarla. Prostitución, chantaje, violencia, miedo y traición familiar son algunas de las cosas que tendrá que afrontar la piadosa Ewa para sobrevivir. “¿Es un pecado querer ser feliz?”, se pregunta la protagonista al final de la película, resumiendo la imposible contradicción en la que se encuentran siempre los personajes de Gray. Con la aparición de Orlando, el despreocupado y alegre hermano de Bruno interpretado por Jeremy Renner, la película plantea las problemáticas habituales del cineasta: El mal contra el bien, los celos y la violencia, las falsas vías de escape, la fatalidad y la (quizás) imposible redención. Y, como siempre, no hay una respuesta unidireccional y evidente. Gray juega en el registro tan contemporáneo de la “indecibilidad”, borrando las pistas y dejando al espectador sin saber si Magda estaba de verdad enferma, si Bruno es el salvador o el verdugo de Ewa o si Orlando la quería de verdad o solo pretendía molestar de nuevo a su hermano.

Cierre

El sueño de Ellis se presenta como una obra amplia, llena de sentimientos matizados, emociones contenidas y sutil lirismo. Visualmente excepcional, en sus claroscuros renacentistas y su negror de cine clásico hollywoodiense, la película se acerca al dramatismo de  Cuestión de sangreLa otra cara del crimen manteniendo la delicadeza de Two Lovers.

Fuente: Cuaderno del Cineclub Universitario / Aula de Cine.

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